Pytheas
es un cráter copernicano de unos 20 kms de diámetro en la zona sur de Mare
Imbrium, más precisamente en la extensa zona alcanzada por el material eyectado
por el impacto que generó el cráter Copernicus. Pytheas es relativamente famoso
por sus bandas y su modesto sistema de rayos asimétricos. Hasta no observar a
Pytheas en el borde exacto del terminador no me había percatado de que es
atravesado por un delicado dorsum. Esa zona, en las cercanías de Copernicus,
parece excepcionalmente lisa, pero ni las zonas más similares a llanuras lo
son, la luna es eminentemente montañosa. Claramente, la observación lunar se
presta a la reflexión filosófica: nada es lo que parece, ¿cómo confiar en
nuestros sentidos? Al momento de la observación la pared este de Pytheas
brillaba muy intensamente y proyectaba una sombra muy alargada, la pared oeste
brillaba bastante menos y dejaba adivinar diferencias de brillo que, Elger
explica, se deben a que “Sus altas paredes, que se elevan a unos 2500 pies por
encima del Mare, son muy aterrazadas en su interior,
especialmente la pared oeste” (The
Moon, George Philip & son, London, 1895, page 78), a lo que hay que
agregar, para mayor dramatismo, que su interior es muy profundo (más de 2
kilómetros). Elger ya describe el dorsum que presentamos en la IMAGE 1: “Hay un
pequeño cráter brillante en la pared exterior norte, con una pequeña cresta con
forma de serpentine que corre desde la region al sur de Lambert y otra que se
extiende desde la pared sur hacia el oeste de dos cráteres conspicuous, a mitad
de camino entre Pytheas y
Gay-Lussac”. En IMAGE 1
vemos 3 segmentos: uno al norte de Pytheas (sin rasgos topográficos
discernibles), y dos al sur, cada uno con una zona brillante, de cuyo brillo
deducimos que es la parte más alta del dorsum, la cresta. En el extremo sur del
segmento más al sur la sombra es mucho más leve, la proyecta solamente el arco,
y en su interior hay un punto de un brillo muy apagado, que parece coincidir
con una zona brillante en la IMAGE 2, que fuimos a buscar al Photographic Lunar Atlas for Moon Observers (Pau, Kwok Chuen, 2016, published by the autor, Hong Kong). Como
siempre en esta maravillosa obra, encontramos nuestro pequeño dorsum (página
239 del volumen 2). Las crestas de los dos segmentos del sur de la IMAGE 1 son
claramente visibles en IMAGE 2 (los marcamos con flechas). La sombra de la
cresta del segmento más al sur en la IMAGE 1 se entiende mejor con la IMAGE 2:
como la cresta pasa por la ladera oeste su sombra comprende también gran parte
de la ladera este (que debe ser bastante poco escarpada). Como siempre,
visualmente los dorsa parecen más más sinuosos de lo que en realidad son,
seguramente es una cuestión de resolución del telescopio: no puedo discernir
las zonas más bajas de la superficie del mare circundante, como en la
separación entre los dos segmentos al sur de Pytheas. Una cuestión curiosa. Este
dorsum, como tantos, cruza un cráter. Ya Elger se había preguntado por esta
relación: “Una peculiaridad sugestiva de muchas de las crestas lunares, tanto
en los maría como en otros lugares, es que generalmente se encuentran asociadas
con cráteres de todos los tamaños. Ejemplos de este hecho se encuentran en casi
todas partes. Con frecuencia se encuentran pequeños cráteres en las cimas de
estas elevaciones, pero más a menudo en sus flancos y cerca de su base. Cuando
una cresta cambia repentinamente de dirección, un cráter de cierta prominencia
generalmente marca el punto, formando a menudo un nodo o lugar de cruce de
otras crestas, que así parecen irradiar desde ella como un centro. A veces se introducen
en montañas circulares más pequeñas (cráteres), pasando a través de huecos en
sus paredes” (page 8). Seguramente no depende de otra cosa que de
la aleatoriedad de los impactos, pero: ¿cómo saber cuál accidente se formó
primero? “A menudo no es posible determinar si un cráter se formó antes o
después del dorsum. Un cráter levantado durante la formación de un dorsum puede
aparecer muy similar a uno que se formó encima de la estructura del dorsum”
(Yue, Z.,W. Li, K. Di, Z. Liu, and J. Liu (2015), Global mapping and analysis
of lunar wrinkle ridges, Journal of
Geophysical Research: Planets, 120, pp. 978–994, doi:10.1002/2014JE004777).
Parece que no podemos saberlo, pero si deducirlo, siguiendo el estudio citado: “La
formación de dorsa ni siquiera se distribuyó a través del tiempo. Una
interpretación razonable de nuestros datos podría ser que la mayor parte de la
formación de los dorsa ocurrió poco después del emplazamiento del basalto,
seguida por un desarrollo esporádico a un nivel bastante bajo. Las tensiones
locales debidas a la carga del relleno de basalto son probablemente el
principal agente responsable de la formación de los dorsa (o crestas arrugadas),
como lo argumentan numerosos estudios previos (...) Basado en restricciones
estratigráficas de que las unidades de basalto más jóvenes han sido deformadas
por dorsa, Watters y Johnson (2010) dedujeron que la formación de los mismos
continuó al menos hasta hace aproximadamente 1,2 Ga”. Por ende, Pytheas (como cráter copernicano)
sería posterior a la formación del dorsum que lo cruza.
Name and location of observer: Alberto Anunziato
(Paraná, Argentina).
Name of feature: PYTHEAS.
Date and time (UT) of observation: 2024-04-18-02:20-02.30
Size and type of telescope used:
105 mm. Maksutov-Cassegrain (Meade EX 105)
Magnification: 154X