Por Alberto Anunziato
Traducción del texto aparecido en la edición de diciembre
2025 de “The Lunar Observer”
La descripción
de Aristarchus es funcional en Hevelius para demostrar su tesis de que las
montañas lunares varían en su composición (habían pasado pocos años y
observaciones desde la primera observación galileana). Partiendo de que la Luna
era similar a la Tierra, trató de suplir con inferencias derivadas de ese
paralelismo los datos que le faltaban. Las similitudes con la Tierra explican
la tesis central del capítulo 23 (que es el que intentamos traducir): las peculiaridades
de Aristarchus (o Mons Porphyrites) la hacen distinta como montaña de las demás
montañas lunares. Si vemos la nomenclatura de Hevelius en su mapa de la cara
visible (IMAGE 1), en realidad Hevelius se refiere la meseta de Aristarchus con
el nombre de Mons Porphyrites (nosotros usamos la nomenclatura de Ewn Whitaker,
y por eso nos referimos a Aristarchus y no Aristarchus Plateau, como quizás
sería mejor). El rasgo que más impresiona a Hevelius como diferente de
Aristarchus Plateau respecto a otras montañas lunares es su color entre dorado y
rojo intenso, que otros observadores han confirmado posteriormente (en las
imágenes fotográficas como IMAGE 2 aparece más oscuro que el resto, como
siempre lo he visto yo). No sabemos si fue el color “igneum” de la meseta de
Aristarchus, o la similitud visual que tiene el cráter Aristarchus, con sus
bandas oscuras y luminosas, con el interior de un volcán, lo que llevó a
postular a Hevelius que se trataba de un “mons quod ignem alat perpetuum”. Después
de todo, ¿un volcán no se vería así en la superficie de la Luna, con
Aristarchus como su cráter perpetuamente ardiendo?
Compartimos la
traducción, que nos pertenece y, obviamente, es provisoria, hasta que haya una
de mejor calidad. El texto de “Selenographia” que utilizamos es que puede
consultarse aquí: https://www.e-rara.ch/zut/content/titleinfo/160230
Capítulo XXIII
De la Luna
Gibosa creciente.
De la misma
manera que la materia del globo terrestre, que está compuesto en parte por
montes y valles y en parte por llanuras, en absoluto se pueda considerar que es
homogéneo por naturaleza y calidad en todas sus partes, tampoco lo debería ser
la materia opaca de la Luna o Antichtona (1) (pues la comparación es
perfectamente razonable). Verdaderamente, los montes, valles (2) y llanuras
lunares son muy diferentes de acuerdo a su materia, algunos parecen ser
pétreos, otros arenosos; los cuales, a su vez, difieren entre sí, perteneciendo
a diversas especies, por ejemplo, algunos están formados de arenas pálidas,
otros de arenas rojizas, etc. Para que no parezcan sueños de quien duerme o
alucinaciones de quién vela, mostraremos que esto se debe ciertamente a una
causa racional, en este y otros capítulos demostraremos este punto con razones
precisas y fáciles de seguir. Aunque confieso que yo mismo me siento bastante
audaz, pues emprendo una obra de tan grandes proporciones, al intentar
discurrir de cosas lejanas, y en tiempos pasados inauditas, a veces me parece
que fuera a discurrir sobre la quintaesencia de los peripatéticos. Sé que me
adentro en una cuestión ardua, pero, con observaciones certeras y experiencia
ocular, no tengo dudas de que saldré airoso.
(1) “Antichtona”
o “Antitierra” es el nombre que usa Hevelius para resaltar la similitud entre
ambos mundos, que es la tesis central de “Selenographia”: “Sin dudas, es lícito
llamar “Antichtona” a la Luna cuando es tan similar en muchas partes a nuestra
Tierra” (página 225 de “Selenographia”.
(2) Cuando en
Hevelius leemos “valles” debemos entender “cráteres” (la palabra “cráter” es
posterior, fue acuñada por Von Schröter).
En primer lugar,
ya me referí en parte del capítulo 8 a que hay diversos tipos de zonas pétreas
y rocosas entre los montes lunares: en ese lugar decía que no es contrario a la
razón que todos los valles, que hasta cierto momento no difieren en forma y
figura entre sí, con la primera luz del día, es decir, con Luna creciente,
parecen estrecharse visualmente. Los montes y zonas escarpadas son pétreos,
ciertamente hay montes arenosos, no se alzan igualmente escarpados hacia lo
alto, más bien son quebrados y su cima tiene forma de punta. Por esta razón,
los valles cerca y al pie de las montañas son más estrechos que cerca de su
cima, de manera que necesariamente en las fases de luna creciente decrecen,
mientras que en las fases menguantes crecen.
Luego, existe
otra razón, que me parece igualmente creíble y convincente, para justificar que
existen zonas rocosas y zonas arenosas en la Luna. Hay valles y montes, que
seguramente no son más altos que los demás y que, sin embargo, exceden a todos
los demás en claridad y esplendor durante el plenilunio, como entre otros (3)
Mons Aetna (Copernicus), Mons Insula Cretae (Bullialdus), Mons Sinai (Tycho),
Montes Insula Besbice (Manilius) y otros. Sostengo que son de naturaleza
luminosa, más aptos, a causa de su mayor solidez, para reflejar los rayos
solares y generar luz más potente. Sostengo además que los montes lunares
formados por arena o barro no podrían reflejar tan eficazmente los rayos
solares, mientras que estos valles y montes lunares se ven siempre luminosos y
más brillantes que los demás. Por ello, los valles y montes lunares, como los
de nuestro globo terrestre, están compuestos de diferentes materias. Digo, una
vez más, que los que son más brillantes que los demás son de naturaleza pétrea,
pues su masa más sólida refleja más fuertemente la luz y los rayos solares,
mientras que los de materia menos dura se verían menos luminosos, como en la
parte relativa a la óptica se demostró abundantemente.
(3) Para los
nombres modernos de los nombres utilizados por Hevelius en “Selenographia”
usamos el “Appendix E. Hevelius’s Nomenclature” (Ewen A.
Whitaker's Mapping and Naming the Moon: a History of Lunar Cartography and
Nomenclature, APPENDIX E, pages 201-208).
Si se piden
otras razones por las que algunos valles son más brillantes que otros, una
seguramente es que hay valles más profundos y valles más elevados, y entre los
que son más elevados hay variedad de brillo por los montes que circundan (de
diferentes inclinaciones), por ello es que los valles más claros son los
cercanos a Aetna, Creta, Sinai, etc. Para entender mejor, pido se considere
esto: no todos los valles con profundidades similares tienen el mismo brillo en
plenilunio, como la Insula Major Caspii (Langrenus), Mons Serrorum
(Aristoteles), Mons Carpates (Eudoxus), etc. Estos montes están entre los más altos, lo que se
comprueba en la primera y última aparición, cuando el límite entre luz y sombra
está en su máxima cercanía con ellos.
Sin embargo, las zonas oscuras que en ellos se ven bien pueden ser pantanosas,
boscosas o de vegetación de baja altura (y por ende aparecerán más oscuras que
las circundantes). Y las zonas más luminosas bien pueden tener predominio de
yeso, que reflejaría más brillo que las zonas oscuras cercanas. Si así fuera,
sería evidente lo que afirmo: las zonas montañosas de la Luna son diversas
entre sí.
El primer monte
en surgir en esta fase en la superficie de la Luna es sin dudas Mons
Porphyrites (Aristarchus) en el Mar Eoo (parte occidental de Procellarum),
sobre la isla Cercinnam (el limbo de Kepler), que confirma claramente que las
montañas difieren muchísimo entre sí de acuerdo a su materia. Y este Monte
Porphyrites no dudo que se compone o bien de tierra rojiza (similar al
Porphyrites que se encuentra en Egipto, cuyo nombre usamos para el que se
encuentra en la Luna) o bien, lo que parece más adecuado, de una materia pétrea
o sulfúrea. Por cierto, estoy seguro que sustenta en su interior un fuego
perpetuo y por ello pertenece a la especie de los montes ígneos como entre
nosotros son el Etna, Hecla, Vesuvio y otros. Sostengo esto, ciertamente, no
por una razón intrascendente sino porque en cualquier fase de la Luna, siempre
observé que Mons Porphyrites es muy claramente luminoso, siempre con el mismo
color y brillo no comparable a los demás montes existentes en el hemisferio
lunar, menos brillantes. Su color es azafranado, levemente amarillo, o dorado,
o rojo intenso (4); este color es natural y permanente (pues permanece desde el
primer al último día sin variaciones, lo que puede comprobar cualquier
observador dotado con un buen telescopio). Por esta causa, no queda otra
alternativa que afirmar que Mons Porphyrites está formado por rocas o arenas
rojas o que en él arde o se derrama un fuego perpetuo; y si debemos asimilar
las cosas terrestres (porque otros datos no tenemos para comparar), la analogía
es muy pertinente.
(4) Siempre es
difícil traducir los nombres de los colores del latín, ya que no hay
coincidencia total entre la paleta de tonalidad de nuestros colores con las
tonalidades de los colores romanos. Por ello, explicito mi traducción: “su
color es azafranado (“croceum”), levemente amarillo (“subflavum”), o dorado
(“aureum”), o rojo intenso (“igneum”).
Por todo esto,
como esta apariencia no puede de ninguna manera atribuirse a una alucinación o
a una distorsión del telescopio, ya que claramente aparecía mi vista y la vista
de los demás que hicieron el experimento, la gran diferencia entre Mons
Porphyrites y las otras montañas lunares, con cualquier telescopio que se
utilice. Por ello, se deduce que ciertas montañas lunares, están compuestas de
diversas piedras, arenas o barros, e incluso algunas ser ígneas, como Mons
Porphyrites, y lógico es deducir que haya muchas otras similares (entre las que
están las que mencionamos en la parte final del capítulo 13), de la misma forma
y naturaleza, aunque por ser de menor altura o menos inclinadas no son tan
conspicuas. Además, lo que es más notable es que este Mons Porphyrites es
evidentemente distinto a los otros montes lunares por su forma. En su centro
aproximado parece tener un cuerpo redondo, del que hacia el sur surge un cuerno
ligeramente curvado. Hacia arriba (al norte) se ve un cuerno similar al
primero, pero separado completamente del cuerpo medio, de manera que, por ese
intersticio, como si fuera parte del mar, se puede ver claramente (5). Además,
hay otro monte, llamado Pyramis (Montes Spitzbegen), cerca de Monte Argentarium
(Archimedes), al lado de un promontorio del Mar Mediterráneo lunar (Mare
imbrium, Nubium y parte oriental de Oceanus Procellarum), que tiene una forma
similar a una pirámide (de ahí su nombre). Nada similar a estas tres montañas
encontrarás buscando diligentemente en cada fase en la cara visible de la Luna.
(5) En IMAGE 2
marcamos los “cuernos” a los que se refiere Hevelius, el primero es parte de
las eyecciones brillantes de Aristarchus, el segundo es Vallis Schröteri.
IMAGE 1:
SELENOGRAPHIA
IMAGE 2:
Name and location of observer: Sergio Babino
(Montevideo, Uruguay).
Name of feature: Kepler.
Date and time (UT) of observation: 03-08-2020 01:29
Size and type of telescope used: 203 mm.
catadrioptic.
Filter (if used): None.
Medium employed (for photos and electronic images):
ZWO 174 mm.

