Traducción del artículo aparecido en la revista “The
Lunar Observer” del mes de octubre de 2019.
La explicación usual para el extraño cráter Rheita E
(66 kilómetros de largo por 32 kilómetros de ancho) es que se trata de tres
cráteres sobrepuestos que se habrían formado al mismo tiempo, ya que no hay
rastros de paredes internas, aunque verdaderamente sigue siendo un enigma su
formación. ¿Acaso podría tratarse de un cráter tangencial producido por un
impacto oblicuo? La geología planetaria señala como
características de un crater elongado las siguientes: bordes bajos en la
dirección del impacto y en la dirección contraria, crater de forma elíptica y
material eyectado concentrado en los costados, y cuando el impact es a un
ángulo menor de 5°, una parte significative del impactador puede rebotar en la
superficie y producir un segundo cráter elongado. Los fragmentos secundarios
pueden tener hasta la mitad del tamaño del impactador inicial y conservar gran
parte de su velocidad anterior al impacto, creando una fosa característica
formada por la decapitación del propio impactador y no por el material eyectado.
Cráteres elongados producidos por impactos rasantes
oblicuos han sido identificados, además de la Luna, en Mercurio, Venus y Marte,
pero nunca no en la Tierra, hasta 1989. En
octubre de ese año, el entonces Capitán
de la Fuerza Aérea Argentina Rubén Lianza, volaba un avión Pampa en los cielos
cordobeses cuando observó una depresión del terreno de forma peculiar, que se
destacaba de los campos cultivados que la rodeaban. El ahora Comodoro (R) había
descubierto una formación de varios cráteres de forma elíptica que indicaban un
impacto meteorítico tangencial miles de años atrás. Rubén Lianza es astrónomo
amateur, lo que lo llevó a percatarse de la importancia de lo que había
descubierto. A diferencia de la Luna,
privada de atmósfera, de clima y de placas tectónicas, en nuestra cambiante
Tierra son poquísimos los cráteres de impacto que conservan su forma. Y ninguno
de los cráteres conocidos tiene la forma elíptica que indica el impacto de un
meteorito a un ángulo muy cerrado, menos de 15 grados. El piloto de elite
argentino había descubierto los primeros cráteres tangenciales en la superficie
de nuestro planeta, e incluso posteriormente recogió in situ un fragmento
meteorítico del tipo condrítico. Dos años después una expedición científica
encabezada por Peter Schultz, de la Brown University, uno de los geólogos
planetarios más importantes del mundo, confirmaba el descubrimiento de los
primeros cráteres oblicuos en la superficie de la Tierra. El anuncio se hizo en
“Nature” en una comunicación firmada por Rubén Lianza y Peter Schultz en el
número del 16 de enero de 1992, seguida por publicaciones en “Planetary Report”
and “Sky and Telescope”. El placer de
observar Rheita E fue una ocasión propicia para recordar un cráter similar en
nuestro país, descubierto por un amigo. En la imagen tomada en una sesión de
observación de la Sociedad Lunar Argentina, también se observa el notorio
Rheita Vallis, que ha sido tradicionalmente interpretado como una cadena de
cráteres secundarios formada por material eyectado durante la formación de la cuenca
del Mare Nectaris.
Bibliografía:
Robert
Herrick and Nancy Forsberg-Taylor: “The shape and appearance of craters formed
by oblique impact on the Moon and Venus”. Meteoritics and Planetary Science 38.
Nr 11, 1551-1578.
Peter
Schultz and J. Kelly Beatty: “Teardrops in the Pampas”. Sky and Telescope,
April 1992, 387-392.
Peter
Schultz and Rubén Lianza: “Recent grazing impacts on the Earth recorded in the
Río Cuarto crater field, Argentina”. Nature, Vol. 355, No.6357, 01-16-1992,
234-237.
Name and location of observer:
Francisco Alsina Cardinali.
Name of feature: Rheita E.
Date and time (UT) of observation:
08-06-2019-23.21
Size and type of telescope used:
200 mm refractor.
Filter: IR-Pass 742nm
Medium employed (for photos and
electronic images): QHY5-I
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