Traducción
del artículo de Alberto Anunziato aparecido en las páginas 18 y siguientes de
la edición de Marzo 2020 de “The Lunar Observer”
Lo
que Gregorio de Tours presenció en 577 pudo haber sido un evento similar al que
fotografió Leon Stuart en 1953.
Leyendo
intermitentemente y por puro placer el “Theatrum Cometicum”, la gran
enciclopedia cometaria de 1681 de Stanislaw Lubieniecki, con el mismo espíritu
con que el autor polaco habrá releído las viejas crónicas medievales, como
Edgard Allan Poe en “The Raven” “while I pondered…over many a quaint
and curious volume of forgotten lore”, encontré una entrada correspondiente al
año 583 en la que se refiere que a la muerte de Sansón, hijo del Rey de los
francos Chilperico, “stella in medio Luna fulgens visa est”: se vio brillar una
estrella en medio de la Luna. Luego de citar las fuentes medievales, Lubieniecki
dice: “Me confieso ignorante de la naturaleza de este fenómeno. Cierta persona
muy sabia y erudita en muchos estudios, entre ellos la matemática, residente en
esta ciudad se refirió a la posibilidad de que se tratara de un cometa aéreo
sujeto a la Luna que se ubicaba en línea recta entre los ojos del observador y
la Luna, transitando por nuestro aire, con estas palabras: “Un cometa en la
Luna o fue un prodigio o fue una fábula. Los movimientos de los cometas y la
Luna no son compatibles para que pueda aparecer un cometa en la Luna. Tuvo una
duración de poquísimas horas y, esto es importante, no fue visible desde todos
los países, a causa de su gran paralaje, como vemos con los eclipses solares”.
De otros amigos a los que consulté, matemáticos insignes, no obtuve respuesta. Sin
embargo, otro hombre docto residente en esta ciudad, me aseguró que este
fenómeno podía ser un cometa encendido entre la Luna y la Tierra, y a ello
deberse la velocidad regular de su movimiento. Yo suspendo el juicio, pero creo
que puedo incluir este fenómeno como un cometa”.
El concepto
de “cometa aéreo sujeto a la Luna” se explica en el marco teórico de la astronomía
cometaria de mediados del siglo XVII, cuando se pensaba que los cometas podían
deberse, todos o gran parte de ellos, a emanaciones de los astros del sistema
solar, por lo que para Lubieniecki sería posible en teoría que un cometa haya
surgido de la Luna y tuviera una órbita cercana a nuestro planeta. Al obsesivo
buscador de antigüedades cometarias este evento le parece una rareza que es
posible incluir dentro de los fenómenos cometarios. Ahora sabemos que no pudo
ser un cometa lunar. ¿Es posible que los francos de finales del siglo VI hayan
presenciado un Fenómeno Lunar Transitorio a simple vista?
Los datos
para decidir sobre la veracidad de la crónica son pocos en “Theatrum Cometicum”,
en el que se lo ubica en el año 583, luego de la muerte de Sansón, aunque
asegura que ese hecho es difícil de situar en el tiempo, y por ende lo es
nuestro evento. Actualmente sabemos que Sansón, hijo de Chilperico, murió en
577, por lo que sería ese el año de la “estrella en la Luna”. Lubieniecki cita
dos fuentes: la “Historia Francorum” de Aimoin de Fleury, y la “Historiae
Ecclesiasticae Francorum” de Gregorio de Tours. La primera fuente no es de
mucha ayuda: “En ese año se vio brillar una estrella en medio de la Luna”. El
ejemplar que leyó Lubieniecki estaba anotado al margen “cometa visus”, y ese es
el motivo de la inclusión en el “Theatrum”. La otra fuente citada es Gregorio
de Tours y es más interesante: “Luego de esto, en la noche del 10 de noviembre,
mientras celebrábamos la vigilia de San Martín, apareció un gran prodigio: pues
en medio de la Luna se vio como brillaba una estrella resplandeciente; y sobre
y bajo la Luna aparecieron otras estrellas cercanas. También apareció alrededor
de ella el círculo que generalmente significa lluvia. Qué significó esto, lo
ignoramos. Pues ese año vimos en más de una ocasión oscurecerse (“versam in
nigredinem”) la Luna, y antes de Navidad hubo terribles truenos. Y además
aparecieron esos brillos (splendores) alrededor del Sol, como ya referimos en
ocasión de la derrota de Arvernam, que la gente sin educación llama “soles”. Y
las aguas del mar llegaron más lejos de lo usual, y muchos otros signos
aparecieron”. Anthony Cook, al leer un primer esbozo de este trabajo, me indicó
que el fenómeno que reportaba Lubieniecki, de fuentes medievales, era el que
figura como Fenómeno Lunar Transitorio nº 1 en el “Lunar Transient Phenomenon Catalog”
(Nasa Space Science Data Center, 1978) de Winifred S. Cameron. La fuente que
cita Cameron para el Fenómeno Lunar Transitorio más antiguo es Cicely Botley,
quién cita este evento en “TLPs and Solar Activity, and Other Phenomena”
(British Astronomical Association Journal 86:342, 1977). En el artículo de Botley
hay un “lapsus calami”: “557” en vez de “577”, como aparece más adelante en el
mismo texto. La fuente de Botley es Gregorio de Tours. El error de
transcripción de Botley (557 en lugar de 577) tuvo consecuencias, ya que se
reproduce en el catálogo de Cameron y sus complementos, incluso en el título de
“Analysis of Lunar Transient Phenomena (LTP) Observations from 557-1994 AD”. Utilizando
la fuente a la que recurrió Botley (Gregorio de Tours),
podemos revisar el análisis de Cameron en su catálogo y determinar la
influencia del error la enunciación del año en que ocurrió el evento. En la
página 22 de su Catalog se reproduce la misma fecha (10 de noviembre) suministrada
por Gregorio. Cameron indica
una hora (“18.00?”) que “has been guessed at by the autor from such information
as the age of the Moon, the location of the observer and the status of the
observer” (página 3). El dato que sigue es la descripción del
fenómeno: “Light on moon (year uncertain accord. to source)”. Realmente no hay
incerteza en cuanto al año, 577, que es cuando se produjo el hecho (muerte del
príncipe Sansón) relacionado con el prodigio que se produjo ese mismo día
(“post haec in nocte”). Tampoco hay incerteza sobre el lugar: fue en la actual
Francia, mientras Cameron reporta “Europe?”. Cameron relaciona el evento con la
actividad solar (probables auroras) en base a la investigación de Botley.
Cameron deduce el momento de la lunación (3.5 días). ¿Influyó el error en el
año, derivado de su fuente Botley, en ese cálculo? Recurriendo a programas como
el Virtual Moon Atlas o Cartes du Ciel, podemos saber el momento de la lunación
del evento. El 10 de noviembre de 577 a las 20 horas (fijamos arbitrariamente
la hora, ya que ese dato no aparece en Gregorio de Tours) en lo que actualmente
es el horario de Francia (1932121.512072 en Fecha Juliana) la Luna estaba
iluminada en un 99%, en colongitud 6°. Si se realiza el mismo cálculo con la
fecha y el horario indicado por Cameron a partir del “lapsus calami” de Botley
(18 hs. del 10 de noviembre de 557, 1924816.428333 en Fecha Juliana), da un cálculo
similar al que realiza Cameron (12% de iluminación y colongitud 138°). De esta
comprobación surgen dos conclusiones respecto a la valoración del análisis de
Cameron y a la valoración del propio evento anómalo en sí mismo. Primero,
podemos deducir que el análisis de Cameron tomó efectivamente como año de
producción del evento el de 557 y que por ende los datos derivados de la fecha
incluidos en el Catálogo deberían ser corregidos de la siguiente manera.
Específicamente: columnas 2 ("fecha: 11/10/77”), 11 (“fase:14.8”), 13 (“colongitud:
81.9°”), 14 (“número de días desde luna llena, próxima luna llena: -0.5; 11-11"),
17 (“lugar: France”). Segundo, la extrañeza del evento aumenta. Para Cameron,
tomando la colongitud correspondiente al 10 de noviembre de 557, el FLT podría
haber sido un aumento de brillo que se produjo en la parte iluminada o en la
parte oscura de la cara visible. Pero la corrección de la fecha (10 de
noviembre de 577, a colongitud 6º) implica que los testigos habrían percibido
el brillo de la “stella” con luna llena.
Creemos
que nuestro conocimiento del evento de 577 mejora con el uso del texto de
Gregorio de Tours, al que accedimos por la cita en “Theatrum Cometicum”, en
lugar de la información más escueta presente en Botley. Es un FLT histórico de
importancia, no solamente por abrir el catálogo de Cameron sino porque la
investigadora le otorgó una calificación de 4 (“very experienced, good single
observers”). No podríamos decidir si hubo o no una pluralidad de testigos, como
parece aseverar Cameron. Si bien Gregorio usa el plural “apparuit nobis”,
parece más probable que sea un uso del plural de modestía por parte del autor,
que se refiere en otras partes del texto a sí mismo en primera persona del
plural. Es probable que haya sido un evento de cierta duración, insinuada por
el verbo usado por Gregorio de Tours: “eluceo”.
La
relación de nuestro evento de 577 con el evento que presenciaron los monjes de
Canterbury en 1178, o mucho más cercana a nosotros, la controvertida imagen que
Leon Stuart obtuvo en 1953, es bastante evocadora, si no rigurosa. Quizás en la
actual Francia, en 577, pudo verse el impacto de un meteorito de considerables
proporciones o un Fenómeno Lunar Transitorio de una magnitud que
consideraríamos muy improbable actualmente. Analizar apropiadamente los textos
medievales, sin menospreciarlos por la relación que suelen establecer entre
fenómenos astronómicos y prodigios, ha permitido superar viejos prejuicios de
los estudios de la historia de la astronomía y obtener valiosa información en
diversos campos (supernovas, cometas, meteoros) usando la crítica filológica
como ayudante de la astronomía. Como
Antonella Ghignoli y Vito Polcaro han probado: “medieval chroniclers can be
extremely accurate in their descriptions” (“Eleventh Century Astronomical
Events as Recorded in Contemporary European Sources, en “Mediterranean
Archaelogy and Archaemetry, Special Issue, Vol.6, N.3, página 61).
Fuentes
Usadas:
Theatrum
Cometicum, Historia Cometarum, Tomo Segundo, por Stanislaw Lubieniecki, Año
1666. Los párrafos traducidos corresponden a las páginas 102 y 103. Disponible
en:
Historia
Francorum, por Aimoin de Fleury. En “Historiae Francorum Scriptores Coaetanei”,
Libro III, año 1649. Los parrafos traducidos corresponden a la página 57.
Disponible en Google Books:
Historia
Ecclesiasticae Francorum, por Gregorio de Tours, Tomo I, año 1836. Los párrafos
traducidos corresponden a la página 324. Disponible en Google Books:
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