TRADUCCIÓN
DEL TEXTO APARECIDO EN EL NÚMERO DE DICIEMBRE DE 2024 EN “THE LUNAR OBSERVER”
En
la edición del mes pasado de nuestra revista apareció el dossier sobre
Archimedes, Autolycus y Aristillus en la Sección Focus On, en la que se hacía referencia
a que la uniformidad del suelo de Archimedes parece ser engañosa y sería un
objetivo fascinante para una investigación, y al libro de Thomas Elger “The
Moon”, en el que se refiere que a fines del siglo XIX era un tema fascinante: “Las características más notables en relación con esta
formación son los conos de cráter, cráteres pequeños, fosas, manchas blancas y bandas
claras que aparecen en el interior por lo demás liso. El Sr. T. P. Gray,
F.K.A.S., de Bedford, quien, con una asiduidad digna de elogio, ha dedicado más
de diez años al examen minucioso de estas características, el Sr. Stanley
Williams y otros, han detectado cuatro conos de cráter en la mitad este del
suelo, y unos cincuenta cráteres diminutos y manchas blancas, también probablemente
respiraderos volcánicos, y una serie muy curiosa e interesante de rayas claras,
que en su mayoría atraviesan la formación de este a oeste. Un poco al este del
centro hay una zona oval oscura de unas 6 millas de ancho, y al suroeste de
ésta hay otra, mucho más pequeña. Bajo ciertas condiciones de iluminación, las
dos marcas brillantesprincipales pueden rastrearse sobre la pared oeste y a
cierta distancia en la llanura más allá”.
Las particularidades de la apariencia del suelo de
Archimedes se prestan para un análisis de los rayos brillantes que cruzan su
suelo liso cubierto de lava (o al menos se lo ve liso con bastante aumento). Me
pareció interesante, como asunto para una pequeña investigación comparativa
entre las antiguas observaciones visuales y nuestras modernas imágenes
fotográficas. Para eso necesitaba encontrar los autores citados por Elger. Por
suerte pude encontrar online un resumen de las observaciones de T. P. Gray en
The Astronomical Register en 1880 llamado “The crater Archimedes” (disponible
en: https://ui.adsabs.harvard.edu/abs/1880AReg...18R.138G/abstract
), que está encabezado por el mapa que vemos en IMAGE 1, que según el autor es
el fruto de 72 observaciones realizadas entre noviembre de 1879 y octubre de
1880, que son comparadas con las observaciones de otros observador (Mr. Knott)
en 1860 y 1861. La comparación entre las observaciones de 1860/1861 y de
1879/1880 tiene como objetivo “el propósito de detectar cualquier cambio en la
disposición de las marcas” (las citas son todas del texto de Gray). Por “marcas
brillantes” o “bandas brillantes” Gray se refiere, en la terminología de la
época, a lo que nosotros actualmente llamamos “rayos brillantes”. La búsqueda
de cambios en la superficie lunar hoy nos suena extraño, no lo era tanto a
finales del siglo XIX, época en que además se desconocía la verdadera naturaleza
de las marcas brillantes que hoy sabemos que se corresponden con material
eyectado en los impactos que crearon los cráteres más recientes (en el período
copernicano). Típico del maravilloso clima de época, de estudios selenográficos
amateurs sistemáticos, el estudio del que hablamos analiza comparativamente
observaciones separadas 20 años entre sí: “aunque poco cambio, si es que hubo
alguno, se detectó en los pequeños cráteres, hay una evidente alteración en las
marcas brillantes”, ya veremos cuáles son estas alteraciones, a medida que
comparemos las observaciones visuales reportadas en el texto de 1880 con las
imágenes de Archimedes que nuestros amigos enviaron para componer la Sección
Focus On del mes pasado.
Algunas
aclaraciones antes de empezar la comparación. A IMAGE 1 le hemos agregado los
puntos cardinales, según la moderna convención (Mare Crisium se encuentra en el
limbo este), mientras que en el texto original se usa la antigua convención
(que se usó hasta 1961, con Mare Crisium en el oeste), en las citas que de este
texto utilizaremos la nomenclatura moderna Las imágenes fotográficas que
utilizamos son las que se remitieron, como ya dijimos, para la Sección Focus On
del mes pasado, al finalizar indicaremos la autoría y la ubicación en la
edición de octubre 2024 de The Lunar Observer. Utilizaremos recortes de dichas
imágenes, solamente la parte correspondiente a Archimedes, lo que deberá
tenerse en cuenta: son imágenes que no se obtuvieron para registrar el suelo de
Archimedes sino un campo mucho más amplio, por lo que al agrandar un detalle
pequeño de una imagen más amplia, la resolución es menor. Es interesante como
muestran un valor científico estas imágenes, incluso para propósitos distintos
a los que tuvieron en mente los autores.
Ahora
veamos una comparación entre la el mapa del artículo de Gray (IMAGE 1) y la
IMAGE 3, que es una vieja imagen fotográfica nuestra y que parece ser bastante
similar. Gray inicia su análisis desde la pared sur, con la “banda doble 5”,
que no es muy evidente y que “solamente en pocas ocasiones se ha notado su
apariencia doble”, en nuestra imagen solo con muchas ganas de verla podríamos
identificarla. Siempre hacia el norte, nos encontramos con la “zona sur
brillante. Número 1, casi siempre visible y que muestra poca variación, excepto
que su extremo este parece generalmente doblarse bruscamente hacia el norte, y
su extremo este ha sido ocupado por las rayas curvas 7 y 8”. La franja 1 es
bastante más evidente. Lo que no alcanzo a distinguir en nuestra imagen
fotográfica son las franjas brillantes 7 y 8 en el borde este, que tampoco eran
tan evidentes en el siglo XIX, ya que solamente fueron observadas en las 3
ocasiones “cuando estos objetos dificultosos han sido visibles”. Entre las
franjas 1 y 2, que corren de este a oeste, corre la franja 4 de sur a norte.
Una vez más, solamente luego de ver el mapa de Grey podemos ubicar la zona allí
indicada en la imagen moderna, se encontraría a la izquierda del número 4. Más hacia el norte encontramos “La zona brillante
central, franja 2, es, quizás, la característica más interesante del suelo; al
igual que la zona S., su extremo E. está muy curvado”. Esta franja central se
ve bastante evidentemente, incluidas las dos zonas oscuras en su interior. Más
hacia el sur, en el mapa de Gray, encontramos “la franja más estrecha 6, se han
hecho dieciocho observaciones de ella, pero rara vez se ha visto el conjunto a
primer intento; es un objeto débil y difícil de rastrear, especialmente la
mitad oeste”. Bien, es muy difícil de ver, al punto que
no estamos seguros de cual sería. En principio sería la línea que corre por
arriba del número 6 y termina en el ovalo oscuro en el centro de la franja 2,
aunque desde el número 6 parte una franja similar por lo estrecha y por su
trazado, aunque parece ser más extensa, su ubicación podría coincidir con “la
banda 9, una banda amplia y muy corta, vista en 5 ocasiones”, aunque no se
parece en lo más mínimo. Por último, desde la pared norte, en el mapa de Gray
surgen dos bandas muy delgadas, identificadas ambas como 3 (norte y sur): “la banda
sur 3 es considerablemente más débil que las rayas 1 o 2… la raya norte 3 es
más difícil”; quizás las franjas que indicamos con el número 3 serían las
franjas norte.
Volviendo
al tema de las variaciones, según el texto que citamos extensamente, entre las
observaciones de Knott de 1860/1861 y las de Allison y Gray de 1879/1880 las
diferencias serían las siguientes: “es evidente que la parte norte del suelo no
presenta el mismo aspecto que en 1860. Parece haberse oscurecido (…) surge la
pregunta de si este desvanecimiento de la zona brillante norte ha sido
repentino o gradual; el siguiente extracto de “La Luna” del Sr. Neison, bajo el
título de Arquímedes, parece indicar un período en el que esta franja estaba
pasando de su aspecto brillante en 1860 a las marcas estrechas y tenues que son
su aspecto actual”. Comparando
con las imágenes del Focus On del mes pasado, sintetizadas en la IMAGE 2, no
parecen corresponder con el esquema del mapa de Gray (IMAGE 1), incluso las
zonas brillantes parecen ser más extensas que en el mapa de 1880. Es obvio que
los rayos brillantes cambian, se oscurecen, pero es muy improbable que podamos distinguir
el proceso en 20 años. El texto de Gray nada nos dice sobre la estandarización
de las observaciones, no tenemos información sobre seeing, por ejemplo. Quizás
hay un proceso de simplificación de las observaciones en la forma de un mapa,
que luego condiciona las observaciones posteriores. Si bien las imágenes que
forman la IMAGE 2 no parecen corresponder con el dibujo de IMAGE 1, la IMAGE 3
si parece ser bastante análoga. La observación de rayos brillantes sigue siendo
tan necesaria como en 1880 y es muy difícil el mapeo exacto de las superficies
brillantes.
Por
último, hay un tipo de accidente selenográfico que se les escapó a Gray y otros
observadores del siglo XIX: el pequeño dorsum central. Hay otros cráteres con
suelos extensos cubiertos de lava que
presentan wrinkle ridges (como Grimaldi), y Archimedes también los tiene,
aunque son endiabladamente difíciles de observar. En el artículo de la Sección
Focus On del mes pasado hice referencia a lo que parecía ser una cadena de
cráteres en el centro de Archimedes, con más tiempo para revisar las imágenes
me percaté de mi error: se trata de un minúsculo dorsum, cuya estructurada está
formada por 4 segmentos que corren “en escalera”. Es interesante, obviamente,
porque es un ejemplo de dorsum pequeño: en vez de un arco único con crestas en
su parte superior, pequeños arcos que tienen la misma estructura que tendrían
las crestas, en este caso “en escalera” (la otra forma posible es la cresta corriendo
por uno de los márgenes del arco). En IMAGE 5 vemos, a la izquierda, el dorsum
(que podemos ver por la iluminación oblicua) y a la derecha los dorsa
registrados por el Map of Lunar Wrinkle Ridges del Lunar Reconnaissance Orbiter Quickmap. Los otros
3, cerca de las paredes, deben ser bastante más difíciles de observar, aunque
se pueden discernir los 2 cercanos a la pared norte.
Quisiera
cerrar con un homenaje al espíritu de los selenógrafos del siglo XIX, que
llevaron su amor por la Luna hasta lograr resultados que aumentaron
significativamente nuestros conocimientos de nuestro satélite, reproduciendo
las palabras finales del texto que tanto hemos citado: “Para concluir, me
permito pedir a aquellos señores interesados en el estudio de los rayos de
luz que observen, aunque sea de vez en cuando, esta interesantísima formación.
Se ha iniciado una nueva serie de observaciones con un mayor número de
observadores e instrumentos, con lo que esperamos obtener nuevos conocimientos
sobre las marcas de Arquímedes”. Nosotros,
caballeros del siglo XXI, seguimos en la búsqueda.
IMAGE
1: Gray, 1880.
IMAGE 2: The Lunar Observer, November 2024: A: Rik
Hill Image 35, page 53 . B: Ken Vaughan Image 38, page 57. C: Félix León Image 28,
page 49. D: David Teske Image 24, page 47.
IMAGE 3: The Lunar Observer, November 2024, Alberto
Anunziato Image 37, page 55.
IMAGE 4: Left: Gray, 1880. Right: The Lunar Observer, November
2024, Ken Vaughan Image 38, page 57.
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