Publicado en Diario Uno el 22 de junio de 2019
El
2 de julio la Luna eclipsará al sol, 100 años después de que otro eclipse
permitiera probar la teoría de la relatividad de Einstein
Alberto
Anunziato (Sociedad Lunar Argentina)
El
2 de julio la Luna eclipsará al sol, 100 años después de que otro eclipse
permitiera probar la teoría de la relatividad de Einstein
Entre
las 16.36 y las 18.47 del martes 2 de julio el brillo del sol disminuirá
sustancialmente por la interposición de la Luna en el camino de su luz hacia la
Tierra. Es lo que se conoce como n eclipse de sol, uno de los espectáculos
naturales más impresionantes, y ha inspirado descripciones como la de Horace
Smith: “¿Es la luz del día, este brillo lívido parecido a la muerte? ¿Qué
significa el aire helado que estremece mi corazón, y la tristeza formidable que
transformó en una sombra fúnebre la alegría de la mañana? Era mediodía y sin
embargo una profunda noche artificial envolvió al cielo”
Lamentablemente,
el eclipse del 2 de julio no será tan espectacular en Paraná. El sol estará muy
bajo sobre el horizonte oeste, de manera que lo taparán los edificios, por lo
que habrá que salir de la ciudad para tener un horizonte limpio. Y será
parcial, la Luna tapará el 94% del disco solar a las 17.45. Igualmente, estamos
situados muy cerca de la estrecha franja geográfica (determinada por la
diferencia de tamaño entre el cuerpo que eclipsa, la Luna, y el cuerpo
eclipsado mucho más grande) en la que el eclipse será total. Lugares como
Venado Tuerto en Santa Fe verán el eclipse total y está bastante cerca nuestro.
Igualmente, la gran estrella es la Provincia de San Juan, ubicado en el extremo
oeste de la franja de la totalidad (y por ende donde el eclipse durará un poco
más) y con un clima seco que promete la ausencia de nubes. Las nubes son las
enemigas de los eclipses, han arruinado viajes de miles de kilómetros para
verlos e incluso han arruinado observaciones de importancia fundamental. Hace
100 años, el 29 de mayo de 1919, la observación del eclipse solar total
realizada en Sobral, Brasil, permitía cambiar el paradigma de la física del
modelo newtoniano al modelo de la relatividad de Einstein. La incógnita estaba
dada por las alteraciones en la órbita del planeta más cercano al Sol,
Mercurio, que venían desvelando a los astrónomos. La única causa conocida para
las alteraciones en la órbita era la influencia gravitatoria de un cuerpo
masivo cercano. Las alteraciones en la órbita de Urano permitieron predecir a
Urbain Le Verrier en 1845 mediante cálculos matemáticos donde se encontraba un
planeta que no había sido nunca observado, el octavo del sistema solar. Al año
siguiente se descubrió Neptuno en el lugar que el matemático francés había
predicho. El comportamiento anómalo de Mercurio debía responder a la misma
causa que el de Urano y Le Verrier predijo la existencia de un planeta entre
Mercurio y el Sol responsable de esa órbita anómala por su atracción
gravitatoria. Lo llamó Vulcano, el dios herrero que vive en el calor de la
fragua. Los astrónomos iniciaron la caza e incluso se reportaron observaciones
de un planeta que nunca existió. En 1915 Einstein postuló otra solución del
problema, aplicando la teoría general de la relatividad: un cuerpo tan masivo
como el Sol curva el tejido del espacio-tiempo y un planeta tan cercano como
Mercurio tenía que tener un comportamiento anómalo debido a esa curvatura más
acentuada. Incluso la luz de las estrellas que pasa por las cercanías del Sol
se curvaría por su campo gravitacional. Registrando la luz de las estrellas
cerca del Sol de día y luego de noche se podría apreciar la curvatura provocada
en el trayecto de la luz comparando ambos registros. Se necesitaba un eclipse
de la luz del Sol para observar esas estrellas de día y luego comparar el
camino de su luz de noche. El eclipse de 1919 fue seguido como un
acontecimiento mundial. Dos equipos británicos llegaron a la isla de Príncipe
(en Africa, encabezado por Eddington), donde las nubes impidieron casi
completamente la observación, y a Sobral en Brasil (encabezado por Davidson).
El análisis de las imágenes del eclipse de Sobral confirmaron la teoría de
Einstein, aunque siguieron haciéndose pruebas adicionales por mucho tiempo.
No
olvidemos que para disfrutar el eclipse no hay que mirarlo a ojo desnudo, ni
con anteojos de sol, radiografías o nada parecido: la luz del Sol aunque
eclipsada sigue haciendo daño, muchísimo más si cometemos la locura de observar
con binoculares o telescopios. Tendremos que conformarnos con vidrios para
máscaras de soldador o los anteojos especiales para eclipse que se consiguen
por internet. O viajar, porque en esos menos de tres minutos que dura un
eclipse de sol es el único momento en que podemos mirarlo a la cara sin ser
fulminados.
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