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jueves, 27 de junio de 2019

Eclipse parcial de sol en Paraná


Publicado en Diario Uno el 22 de junio de 2019 


El 2 de julio la Luna eclipsará al sol, 100 años después de que otro eclipse permitiera probar la teoría de la relatividad de Einstein

Alberto Anunziato (Sociedad Lunar Argentina)

El 2 de julio la Luna eclipsará al sol, 100 años después de que otro eclipse permitiera probar la teoría de la relatividad de Einstein
Entre las 16.36 y las 18.47 del martes 2 de julio el brillo del sol disminuirá sustancialmente por la interposición de la Luna en el camino de su luz hacia la Tierra. Es lo que se conoce como n eclipse de sol, uno de los espectáculos naturales más impresionantes, y ha inspirado descripciones como la de Horace Smith: “¿Es la luz del día, este brillo lívido parecido a la muerte? ¿Qué significa el aire helado que estremece mi corazón, y la tristeza formidable que transformó en una sombra fúnebre la alegría de la mañana? Era mediodía y sin embargo una profunda noche artificial envolvió al cielo”
Lamentablemente, el eclipse del 2 de julio no será tan espectacular en Paraná. El sol estará muy bajo sobre el horizonte oeste, de manera que lo taparán los edificios, por lo que habrá que salir de la ciudad para tener un horizonte limpio. Y será parcial, la Luna tapará el 94% del disco solar a las 17.45. Igualmente, estamos situados muy cerca de la estrecha franja geográfica (determinada por la diferencia de tamaño entre el cuerpo que eclipsa, la Luna, y el cuerpo eclipsado mucho más grande) en la que el eclipse será total. Lugares como Venado Tuerto en Santa Fe verán el eclipse total y está bastante cerca nuestro. Igualmente, la gran estrella es la Provincia de San Juan, ubicado en el extremo oeste de la franja de la totalidad (y por ende donde el eclipse durará un poco más) y con un clima seco que promete la ausencia de nubes. Las nubes son las enemigas de los eclipses, han arruinado viajes de miles de kilómetros para verlos e incluso han arruinado observaciones de importancia fundamental. Hace 100 años, el 29 de mayo de 1919, la observación del eclipse solar total realizada en Sobral, Brasil, permitía cambiar el paradigma de la física del modelo newtoniano al modelo de la relatividad de Einstein. La incógnita estaba dada por las alteraciones en la órbita del planeta más cercano al Sol, Mercurio, que venían desvelando a los astrónomos. La única causa conocida para las alteraciones en la órbita era la influencia gravitatoria de un cuerpo masivo cercano. Las alteraciones en la órbita de Urano permitieron predecir a Urbain Le Verrier en 1845 mediante cálculos matemáticos donde se encontraba un planeta que no había sido nunca observado, el octavo del sistema solar. Al año siguiente se descubrió Neptuno en el lugar que el matemático francés había predicho. El comportamiento anómalo de Mercurio debía responder a la misma causa que el de Urano y Le Verrier predijo la existencia de un planeta entre Mercurio y el Sol responsable de esa órbita anómala por su atracción gravitatoria. Lo llamó Vulcano, el dios herrero que vive en el calor de la fragua. Los astrónomos iniciaron la caza e incluso se reportaron observaciones de un planeta que nunca existió. En 1915 Einstein postuló otra solución del problema, aplicando la teoría general de la relatividad: un cuerpo tan masivo como el Sol curva el tejido del espacio-tiempo y un planeta tan cercano como Mercurio tenía que tener un comportamiento anómalo debido a esa curvatura más acentuada. Incluso la luz de las estrellas que pasa por las cercanías del Sol se curvaría por su campo gravitacional. Registrando la luz de las estrellas cerca del Sol de día y luego de noche se podría apreciar la curvatura provocada en el trayecto de la luz comparando ambos registros. Se necesitaba un eclipse de la luz del Sol para observar esas estrellas de día y luego comparar el camino de su luz de noche. El eclipse de 1919 fue seguido como un acontecimiento mundial. Dos equipos británicos llegaron a la isla de Príncipe (en Africa, encabezado por Eddington), donde las nubes impidieron casi completamente la observación, y a Sobral en Brasil (encabezado por Davidson). El análisis de las imágenes del eclipse de Sobral confirmaron la teoría de Einstein, aunque siguieron haciéndose pruebas adicionales por mucho tiempo.
No olvidemos que para disfrutar el eclipse no hay que mirarlo a ojo desnudo, ni con anteojos de sol, radiografías o nada parecido: la luz del Sol aunque eclipsada sigue haciendo daño, muchísimo más si cometemos la locura de observar con binoculares o telescopios. Tendremos que conformarnos con vidrios para máscaras de soldador o los anteojos especiales para eclipse que se consiguen por internet. O viajar, porque en esos menos de tres minutos que dura un eclipse de sol es el único momento en que podemos mirarlo a la cara sin ser fulminados.

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