Traducción del texto aparecido en la edición de abril 2025 de The Lunar Observer
Ya sé que el título suena provocativo y un poco lo es. Pero siendo un aficionado voy a plantear algunas inquietudes observacionales, que coincidieron con la lectura reciente de "Secrets of the Moon. Understanding and Analysing the Lunar Surface”, (2022, CRC Press, New York), por Gilbert Fielder. Espero no incurrir en errores geológicos, me limitaré a exponer la tesis que enuncia el autor sobre cráteres que han llamado mi atención. La obra de Fielder se inclina por ampliar la lista de accidentes selenográficos relacionados con el vulcanismo (por ejemplo, atribuye origen volcánico a los dorsa), claramente es controversial para el estado del arte actual en geología lunar.
Los cráteres que mencionamos en el título aparecen en el capítulo 43 del libro, cuyo título plantea el interrogante: “¿ Hay diques anulares en la Luna?” Tenemos que tener en cuenta que las condiciones físicas de la zona de erupción de lava van a influir sobre el tipo y la forma de la formación volcánica que producirá dicha erupción. De la misma forma, la forma de la cámara magmática y del conducto de lava van a determinar la forma del relieve consecuencia de la erupción. En la Tierra son relativamente frecuentes los “diques anulares (ring dykes”): una cámara magmática de forma circular lleva a una “sub-circular cristal fracturing” que posibilitaría la ascensión de magma. En la Luna no se ha comprobado la existencia de esta formación volcánica y las condiciones geológicas de la misma son menos propicias para su formación, pero “con la Luna primitiva en rotación libre y cerca de la Tierra (y con la fracturación generalizada de la red mencionada anteriormente), las fuertes presiones de marea sobre las bolsas de magma del manto caliente, que empujaban hacia arriba una corteza fría, habrían generado condiciones que podrían haber inducido la fracturación de los anillos. Los magmas habrían ascendido, preferentemente, a lo largo de las diaclasas y fracturas del sistema de la red primitiva para crear complejos de anillos que tendían a ser tanto subcirculares como poligonales” (página 199). Este “Lunar Grid System” (que Fielder en el glosario al final del libro define como “un sistema de fracturas de toda la luna revelado en la superficie como respectivas familias de lineamientos”) se habría generado en una etapa temprana de la Luna, facilitada (entre otras causas) por la mayor proximidad de la Tierra y, por ende, mayores fuerzas de marea gravitatoria. Hoy se ha impuesto el paradigma que explica los grandes lineamientos de la superficie de la Luna en términos de cuencas y anillos.
Más allá de la validez de la hipótesis principal de
Fielder, hay una hipótesis que podría tener validez independientemente del
modelo macroteórico: la extrusión de la lava proveniente de cámaras de magma
circulares habría generado “ring dykes”, complejos circulares que en la Luna
tendrían la forma de lo que llamamos “cráteres fantasmas”. Para Fielder no todos
los “cráteres fantasmas” (cráteres normales inundados por lavas líquidas hasta
casi borrarlos de la superficie, dejando solo restos de parte de sus paredes)
son lo que él llama “ghost ring” o “elementary ring”. Estos no serían cráteres
sino formas de relieve volcánico originadas por extrusión de lava a partir de
fracturas circulares. En las páginas 181-183
analiza las supuestas diferencias entre ambos, usando como ejemplo varios
cráteres considerados inundados, en los que “es poco probable que la fusión de
las paredes calentándolas desde abajo deje un anillo elemental con un borde
liso de forma y altura uniformes. melting of the walls by heating them from
underneath is unlikely to leave an elementary”. De entre estos ejemplos seleccioné a Flamsteed P, un
cráter bastante conspicuo que parece más una serie de arcos montañosos que un
cráter (IMAGE 1 y su detalle IMAGE 2). Por supuesto, es una observación
personal que coincide, casi por azar, con lo que señala Fielder. El lector
podrá comprobar por sí mismo si las características que Fielder atribuye a
Flamsteed P como “elementary ring” para distinguirlo de los cráteres fantasmas
son discernibles: “borde liso de forma y altura uniformes” y “los segmentos de
pared de Flamsteed P son de tonos más claros que el basalto del mare”.
Flamsteed P parece tener menos peso, al menos en mi opinión como observador
visual, que el caso que analizaremos a continuación, y que tiene más peso
específico.
¿Acaso nunca se han preguntado por la extraña forma de la cadena arqueada de cráteres secundarios de Copernicus cerca de Stadius? (IMAGE 3 y su detalle IMAGE 4). Desde siempre me ha parecido extraña la alineación de cráteres que, producidos por un evento catastrófico, esperaríamos que estuvieran alineados en una “catena”, una cadena de cráteres de forma rectilínea, o en un patrón aleatorio, pero no en una cadena arqueada. Es cierto que los cráteres parecen coincidir con los rayos de Copernicus, pero es peculiar que los más grandes parezcan haber sido el producto de peñascos que cayeron “al mismo tiempo”. ¿Qué es lo que dice Fielder? “los pequeños cráteres tienen una tendencia a definir círculos que bien podrían considerarse como anillos elementales, y esto podría sugerir orígenes de fracturas tanto de los anillos elementales como de estos pequeños cráteres” (página 203). No solamente la forma en arqueada en que se alinean estos cráteres es considerada por Fielder como una prueba de su origen volcánico, sino que también la forma elongada de los cráteres mismos indicaría que seguirían fracturas subterráneas (para Fielder la forma elongada suele ser un indicador de origen endógeno del cráter). En el caso de impactos secundarios alineados el ángulo de impacto (me parece) no suele ser del tipo que genera cráteres elongados. Citamos una vez más a Fielder: “E. Shoemaker propuso que los cráteres alargados alrededor de Copérnico eran cráteres de impacto secundarios, pero que sus elongaciones se debían a bloques de roca alargados que se habían desprendido y expulsado del lugar del impacto. No puedo aceptar esta hipótesis, pues considero que, en el caos de un gran impacto, es irrazonable suponer que dichos bloques pudieran caer con sus ejes principales estrechamente alineados (página 204)”.
Como
decían los antiguos escépticos griegos, suspendo el juicio. No me puedo definir
por ninguna de las dos hipótesis, que igualmente son factibles: una extraña
alineación de bloques peculiares eyectados por Copenicus o endocráteres que
tienen origen en fracturas subyacentes, que probablemente se formaron en el
caos del impacto que generó a Copernicus, como se habría dado en Tycho según
Fielder, es decir, modificación volcánica de un cráter de impacto. Lo que si es
cierto es que es un interesante campo de investigación en el futuro.
Antes
de cerrar, ¿ven la cadena de cráteres indicada por la flecha más pequeña en la
IMAGE 3? ¿Qué les parece? ¿Son cráteres de impacto encadenados o se trata de
cráteres volcánicos, ya que parecen tener la forma redondeada de los cráteres
de colapso y no estar superpuestos entre sí? Creo que ese tipo de
encadenamientos de cráteres pequeños son bastante comunes y podría tratarse de
endocráteres. Seguramente volveremos sobre el tema más adelante.
IMAGES
1 AND 2
Name and location of
observer: Sergio Babino (Montevideo, Uruguay)
Name of feature: Copernicus.
Date and time (UT) of observation: 05/26/18 22:45
Size and type of
telescope used: 81 mm refractor
Filter (if used):
Baader Moon and Skyglow.
Medium employed
(for photos and electronic images): Zwo 174 mm
IMAGE 3 AND 4
Name and location of observer: Sergio Babino
(Montevideo, Uruguay, SLA-LIADA).
Name of feature: COPERNICUS.
Date and time (UT) of observation: 02-26-2018 00:37
Size and type of telescope used: 203 mm.
catadrioptic.
Filter (if used): None.
Medium employed (for photos and electronic images):
ZWO 174 mm.
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