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miércoles, 19 de noviembre de 2025

DORSUM VON COTTA AND DORSUM OWEN UN POCO LEJOS DEL TERMINADOR

 

Traducción del texto aparecido en la edición de noviembre 2025 de “The Lunar Observer”

Ya terminaba la noche de observación lunar y descubrí en Mare Serenitatis, no lejos del notorio cráter Sulpicius Galus, un dorsum que se veía no muy nítidamente, pero bellamente delineado, que descubrí era Dorsum Von Cotta, que corre un trecho considerable (183 kilómetros) de norte a sur, y como dos elevaciones más suaves se veía Dorsum Owen. El terminador pasaba por el vecino Mare Imbrium, a una distancia (unos 200 kilómetros) en que los dorsa difícilmente se ven con la nitidez con que se veían ambos dorsa paralelos (colongitud 357.4º).

La IMAGE 1 es una combinación del sketch de la noche de observación y la imagen que extraje (una vez más) del Photographic Lunar Atlas for Moon Observers de Kwok C. Pau (página 247 del Volume 1). No registré la totalidad de Dorsum Von Cotta, sino la zona que marqué en la imagen del Atlas.

Por supuesto, el registro visual de la forma, en la imagen de la derecha de IMAGE 1 es menos preciso, ya que visualmente los dorsa siempre se ven más curvos y sinuosos de lo que realmente son (imagen de la izquierda). De norte a sur observé 5 zonas brillantes en Dorsum Von Cotta. En el extremo norte se veían dos crestas muy prominentes. La segunda (de norte a sur) incluso lanzaba una leve sombra interna sobre el arco del dorsum. En el centro visualmente Dorsum Von Cotta se veía interrumpido, en la imagen de la izquierda se ve que es una zona muy baja de la topografía. A la derecha (oeste) se ven los dos arcos que componen Dorsum Owen, proyectando sombras muy leves. No se trata de un dorsum (“dorsum” es singular en latín) sino de dos dorsa (“dorsa” es plural), por lo que el nombre de Dorsum Owen es incorrecto. En el catálogo de wrinkle ridges del Lunar Reconnaissance Orbiter Quickmap aparecen como dos dorsa separados.

Una última curiosidad, Dorsum Owen empieza, o parece empezar, desde lo que ha sido denominado como “cráter” Aratus CA. Con el terminador más cerca, se puede ver visualmente a Aratus CA como una hondanada de forma extraña, no circular. IMAGE 2 es una captura de pantalla del Lunar Reconnaissance Orbiter Quickmap de Aratus CA. La verdad… no parece para nada un cráter de impacto, ni siquiera parece un cráter. Sin dudas, un accidente lunar muy interesante que merece una pequeña investigación.

 


Name and location of observer: Alberto Anunziato (Paraná, Argentina).

Name of feature: DORSUM VON COTTA-DORSUM OWEN

Date and time (UT) of observation: 2025-09-28 23.35-23.50 UT

Size and type of telescope used: 105  mm. Maksutov-Cassegrain (Meade EX 105) .

Magnification: 154X


lunes, 17 de noviembre de 2025

La historia también es ciencia

 (Marcelo Mojica – Club de Astronomía Icarus)

 

Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha alzado la vista hacia el cielo, buscando en los astros no solo respuestas sobre el universo, sino también un reflejo de sí misma. Cada estrella, cada planeta, cada luna ha sido testigo silencioso de nuestra curiosidad, y cada observación celestial ha dejado huella en los anales de la historia. La astronomía, más que un mero conjunto de fórmulas y telescopios, es también un puente entre la memoria histórica y la rigurosidad científica.

Entre los fenómenos celestes que han despertado asombro a lo largo de los siglos, las ocultaciones de planetas por la Luna ocupan un lugar especial. En estos eventos, nuestro satélite natural, con su silueta serena y familiar, se interpone entre un planeta y los ojos humanos, borrando momentáneamente su fulgor de nuestro cielo. La magia de estos instantes no radica solo en la belleza visual, sino en la precisión con la que los movimientos celestes se ejecutan: un testimonio silencioso de leyes universales que han regido el cosmos mucho antes de que el hombre pudiera comprenderlas.

Uno de estos eventos históricos se remonta al 28 de noviembre de 1484. María José Martínez y Francisco J. Marco Castillo lo mencionan en su estudio “Occultation of Planets by the Moon in European Narrative Medieval Sources”, en el que exploran cómo las crónicas europeas medievales, entre relatos de supersticiones y augurios, registraban con sorprendente exactitud fenómenos astronómicos como la ocultación de Marte. Imaginemos a los observadores de aquel tiempo: sin telescopios, sin cámaras, guiados solo por la aguda mirada, el conocimiento de los movimientos de los planetas y una inquebrantable curiosidad. Sus palabras, plasmadas en pergaminos y códices, son hoy fuentes valiosas que nos permiten reconstruir el pasado celeste con exactitud científica. Cada anotación medieval, cada comentario sobre la posición de Marte detrás de la Luna, es un puente entre la historia y la ciencia. [1]

Estudiar estos registros no es un simple ejercicio académico. Es un acto de diálogo con quienes nos precedieron, una manera de recordar que la astronomía ha sido siempre tanto una ciencia como una narración de nuestra presencia en el universo. Las antiguas crónicas no solo documentaban un evento astronómico; también reflejaban la interpretación humana de ese instante, la mezcla de miedo, admiración y asombro ante la vastedad del cosmos. La historia, cuando se observa bajo la lente de la investigación científica, revela patrones, confirma cálculos y fortalece nuestra comprensión de la mecánica celeste.

Avanzando más de cinco siglos, la astronomía moderna nos permite capturar con precisión estos mismos fenómenos. Un ejemplo reciente lo encontramos el 5 de septiembre de 2020, cuando Marcelo Mojica G. registró fotográficamente la ocultación de Marte por la Luna. La imagen congela en un instante perfecto la danza celeste: el planeta rojo, brillante y tenue a la vez, desaparecía tras la silueta plateada de nuestro satélite. Este acto de observación no es solo un logro técnico; es una continuidad histórica, un eco de aquellos cronistas medievales que, con tinta y papel, intentaban atrapar la fugacidad del cielo. La diferencia es que hoy contamos con la tecnología, pero el espíritu que nos impulsa a mirar hacia arriba sigue siendo el mismo: una mezcla de curiosidad, asombro y reverencia.


Fig. 1.- La noche del 5 de septiembre, 6 para mi longitud, nuestro satélite ocultó a Marte. Las imágenes se las obtuvieron con un refractor de 120mm de diámetro y 1000mm de focal, y adosada a foco directo, una Nikon D3100

La importancia de la investigación bibliográfica en astronomía se manifiesta con claridad al estudiar estos eventos. Consultar textos históricos, cotejar fuentes y analizar relatos antiguos permite a los astrónomos modernos verificar predicciones, entender la evolución de la observación astronómica y, a veces, incluso descubrir errores o matices que la ciencia contemporánea puede corregir o interpretar de manera más precisa. Así, la historia no es un simple telón de fondo; se convierte en un laboratorio de sabiduría acumulada, donde cada anotación, cada observación registrada, es una pieza del rompecabezas cósmico.

La conexión entre historia y ciencia se vuelve especialmente evidente cuando consideramos que fenómenos como las ocultaciones de Marte son tanto efímeros como eternos. La Luna cubrirá y descubrirá planetas sin cesar, siguiendo un ritmo que no entiende de calendarios humanos, pero que nosotros, con nuestra memoria histórica, podemos seguir y documentar. El estudio de estas interacciones celestes nos recuerda que la ciencia no es un acto de abstracción distante: es también una conversación con el tiempo, con aquellos que nos precedieron y con aquellos que vendrán.

Observar Marte desaparecer detrás de la Luna es, en cierto sentido, un acto poético. Es contemplar la fragilidad de nuestra perspectiva frente a la exactitud del cosmos, y al mismo tiempo sentirnos parte de una cadena que se extiende siglos atrás. Cada registro, ya sea un pergamino medieval o una fotografía digital, es un testimonio de nuestra búsqueda de comprensión. Nos recuerda que la historia también es ciencia, que los antiguos astrónomos eran científicos de su tiempo, y que nosotros, al estudiar y documentar, continuamos su obra.

Además, estas observaciones nos enseñan algo profundo sobre la naturaleza del conocimiento. No existe una línea clara entre lo que llamamos “historia” y lo que llamamos “ciencia”; más bien, se trata de un continuo donde cada anotación, cada observación, cada interpretación, aporta capas de significado. La historia nos da contexto, la ciencia nos da precisión, y juntas nos permiten acercarnos a la verdad de los fenómenos astronómicos.

Por eso, mirar al cielo no es solo un acto contemplativo: es también un ejercicio de humildad y reconocimiento de nuestro lugar en la vastedad del universo. La próxima vez que la Luna cubra un planeta, recordemos a quienes, siglos atrás, levantaron los ojos y registraron el momento con atención y devoción. Recordemos que el conocimiento humano es acumulativo, que la curiosidad es un hilo que conecta épocas y generaciones, y que cada observación astronómica es tanto un regalo de la naturaleza como un legado de quienes nos precedieron.

En conclusión, la historia y la ciencia no son caminos separados, sino senderos paralelos que se cruzan en los cielos. La investigación bibliográfica en astronomía nos permite comprender fenómenos como la ocultación de Marte por la Luna no solo en términos técnicos, sino también como parte de una narrativa humana más amplia. Desde la anotación medieval del 28 de noviembre de 1484 hasta la fotografía moderna del 5 de septiembre de 2020, cada registro es un testimonio de nuestra capacidad de observar, aprender y asombrarnos. Al estudiar el pasado, fortalecemos nuestra comprensión del presente y abrimos la puerta a futuras generaciones de astrónomos que, con la misma fascinación, seguirán buscando respuestas entre las estrellas.

Porque, al fin y al cabo, la historia también es ciencia, y la ciencia siempre lleva consigo el eco de quienes la hicieron posible.

Bibliografía

https://www.academia.edu/80845807/Occultation_of_Planets_by_the_Moon_in_European_Narrative_Medieval_Sources?auto=download&email_work_card=download-paper

martes, 11 de noviembre de 2025

LA LUNA DESDE FORMOSA

  Desde Formosa, Argentina, el Prof. Dr. Raúl Podestá (uno de nuestros observadores más destacados) continúa reportando estupendas imágenes lunares desde el Observatorio Nova Persei II, esta vez en la Noche Internacional de Observación Lunar:











sábado, 8 de noviembre de 2025

GARDNER MEGADOME

 


Traducción del texto aparecido en la edición de octubre 2025 de The Lunar Observer

A veces no conocer tan profundamente la superficie de la cara visible de la Luna nos da placeres imprevistos. Mientras observaba cerca del terminador, con un seeing más bien mediocre, me encontré una elevación circular bastante evidente, un poco más oscura que la superficie alrededor (IMAGE 1). En fase menguante, los bordes de la elevación se presentan claramente diferenciados: el borde oeste se veía como una cinta levemente brillante y el borde este se presentaba como una escalera con distintos grados de sombra, que intenté reproducir lo más fielmente posible, pero se veía mucho más nítidamente de lo que pude dibujar. No parecía tan claro si esa especie de escalera en sombras era parte de esa elevación o del cráter inundado Marani D (del que se veían fragmentos de la pared este). Dibujé lo mejor que pude la elevación y los cráteres circundantes. En el extremo inferior vemos a Maraldi (40 kms de diámetro), un cráter nectárico de paredes muy degradadas y suelo muy poco profundo cubierto por una lava muy oscura, pese a su ubicación en el borde de Mare Tranquilitatis su suelo no está fracturado. De hecho, el color oscuro de su suelo es propio de la lava, no son sombras, no hay paredes que puedan provocar sombras. Un poco más hacia el suroeste aparece Gardner (25 kms de diámetro, eratosteniano), con aspecto más típico: forma de cuenco, suelo profundo cubierto por sombras, pared este muy brillante. Bordes brillantes y suelo en sombras es el aspecto también de Vitruvius B (18 km de diámetro), aunque si vemos la IMAGE 2 (obtenida con el LRO Quickmap), notamos que nuestra representación de este cráter no es realista, ya que es mucho más degradado.

Ahora bien, al otro día busqué imágenes de esta zona, y recién ahí me enteré de que se trataba de lo que parecía: un gigantesco domo, un megadomo llamado Gardner Megadome, nombrado a partir del cráter mejor conservado de la zona. Realmente es una hermosa vista. Es una gigantesca estructura de unos 70 kms de diámetro y una altura de unos 1600 m sobre la superficie del cercano Mare Tranquilitatis. En la lejana en el tiempo Lunar Picture of the Day del 26 de septiembre de 2004 Chuck Wood decía “La mayoría de los accidentes geográficos de la superficie lunar son ejemplos de tipos conocidos: cráteres de impacto, fosas de colapso, cráteres con rayos, grietas sinuosas, grietas tectónicas, domos volcánicos, etc. Sin embargo, existen algunos accidentes muy inusuales, y el Megadomo Gardner es uno de ellos. Llamarlo megadomo lo sitúa en un contexto familiar —es un gran domo volcánico—, pero no estamos seguros de que esta sea la interpretación correcta. Hoy sabemos que se trata del volcán de conducto central más grande identificado hasta ahora en la Luna. El volcán Gardner es una importante región fuente de basaltos en Mare Tranquillitatis (Qian Huang et al.). El Megadomo Gardner es uno de los ocho complejos volcánicos en la cara visible de la Luna que Spudis ha propuesto como posibles grandes volcanes en escudo. Estas regiones son prominencias topográficas con diversas características volcánicas concentradas, incluyendo domos, conos, cráteres de depresión y riachuelos sinuosos (Qian Huang et al.). En este estudio se confirma lo que decía Chuck Wood: «En comparación con los complejos volcánicos más estudiados en Oceanus Procellarum, como Marius Hills, la meseta de Aristarchus y Rümker Hills, Gardner aún se comprende poco en cuanto a sus características geológicas, geoquímicas y geofísicas». Si bien se sabe que «los escarpes y las fallas son las formas del relieve dominantes, y que los domos de diversos tamaños y alturas se distribuyen de forma anular y radial en la meseta de Gardner y sus alrededores», y que «la anomalía de gravedad de Bouguer positiva casi circular sugiere intrusiones de diques/lacolitos o grandes solidificaciones de conductos debajo de esta área, lo que podría estar relacionado con los domos de lava, los dorsa y las fallas circundantes distribuidas radialmente» (Qian Huang et al.). Relacionado con el aspecto visual, de la “escalera en sombras” (tal como se ve en IMAGE 1 el borde este), sabemos que este borde este (que limita con Maraldi D) tiene una altura de 1600 metros, mientras que el borde oeste solo unos 600 metros de altura. El estudio de Qian Huang et al. concluye que “el complejo volcánico Gardner es un gran volcán de chimenea central de larga duración situado en la cara visible de la Luna”.



Mas recientemente, tenemos una descripción detallada del proceso de formación y de la estructura de este megadomo (Geological Evolution of the Gardner Shield Volcano: Caldera-Magmatic Chamber association in Lunar Shield Volcanic regime). Se ha identificado una caldera de 31 kms de diámetro (que marcamos con una flecha en IMAGE 2), y “Se describen estilos de vulcanismo tanto efusivos como explosivos, con composiciones máficas similares, lo que indica una única fuente para estas erupciones (Bhatt et al.). Este estudio señala seis etapas en la compleja vida geológica del Megadomo: 1) Formación del Megadomo de Gardner mediante el levantamiento de una intrusión subsuperficial: una estructura lacolítica. Un lacolito es una intrusión magmática alargada, con forma de domo, cercana a la superficie, que generalmente se forma a partir de reservorios magmáticos profundos de la corteza. 2) Vulcanismo precaldera: “la fase más eruptiva (…) ya que la cámara magmática alcanza su temperatura y presión máximas (…) dando lugar a la intrusión de magma en el bloque cortical superior y a la erupción a la superficie en forma de múltiples flujos”. 3) Hundimiento de la caldera y formación de fallas importantes: “un período de reposo, donde no se produce ninguna erupción, pero sí un reajuste cortical”. 4) Magmatismo, vulcanismo y formación de diques anulares postcolapso: “Debido al hundimiento del bloque, la presión y la temperatura en la cámara magmática aumentan, lo que desencadena la siguiente erupción (…) la mayor parte del magma podría haber intruido a través de fracturas y diques a lo largo de la falla anular de la caldera” y luego “el volumen de magma disminuye en la cámara, lo que desencadena el siguiente período de reposo o hundimiento”, que es: 5) Fractura del bloque de la caldera: “Dado que se produjeron erupciones efusivas voluminosas en las dos etapas eruptivas anteriores en la parte sureste del escudo, predecimos que una mayor cantidad El magma habría penetrado bajo la parte oriental de la caldera, provocando una mayor formación de diques y zonas corticales más débiles en el bloque oriental. Esto podría haber causado el agotamiento del magma en la parte occidental de la cámara magmática, lo que habría llevado a la fragmentación del bloque de la caldera en dos. El bloque occidental se habría hundido debido al agotamiento de la lava en la cámara, provocando la emergencia del bloque oriental. (…) El hundimiento del bloque occidental reforzó el magma activo restante, impulsándolo hacia la superficie desde las zonas de fracturas/diques más débiles a su alrededor, lo que probablemente dio lugar a erupciones más voluminosas. 6) Formación de un graben y vulcanismo explosivo: «En esta etapa, la corteza habría estado muy fallada y fracturada, proporcionando una zona central más débil propicia para la erupción piroclástica explosiva. (…) Tras esta etapa, la mayor parte de este sistema volcánico activo se habría enfriado y solidificado bajo la superficie, con reajustes corticales a menor escala y la formación de fallas y fracturas menores» (Bhatt et al.).

Gardner Megadome es una zona que necesita más información geológica, que nuestras observaciones no pueden suministrar, pero sí es una zona realmente interesante, cuya observación es muy placentera.

Referencias:

Bhatt, H. et al. (2025): “Geological Evolution of the Gardner Shield Volcano: Caldera-Magmatic Chamber association in Lunar Shield Volcanic regime, in: https://ui.adsabs.harvard.edu/abs/2025LPICo3090.2557B/abstract

Huang, Qian (2020): A large long-lived central-vent volcano in the Gardner region: Implications for the volcanic history of the nearside of the Moon”, in: http://sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0012821X20302442?via%3Dihub

Wood, Charles (2004): “Astonishing Megadome”, in:  https://www.lpod.org/wiki/September_26,_2004

viernes, 31 de octubre de 2025

MARE NUBIUM Y MARE HUMORUM: DOS NÚMEROS ESPECIALES DE "EL MENSAJERO DE LA LUNA"

 

Amigos de la Sociedad Lunar Argentina;

Compartimos dos números especiales de nuestra revista, dos números dedicados a dos mares lunares con las contribuciones que hicieron nuestros observadores lunares para la Sección Focus On de la revista The Lunar Observer. En el número 55 podrán conocer Mare Nubium y en el número 56 podrán conocer Mare Humorum.

Links para ver y/o descargar:

Número 55: Mare Nubium:

https://drive.google.com/file/d/11Tm6ro4chJllOCb0CNmwldry2d0fDvjr/view?usp=sharing

Número 56: Mare Humorum:

https://drive.google.com/file/d/1h2owUwFwx9NGpL116Vnwhkvw6dZnqaoL/view?usp=sharing

Otros números especiales de “El Mensajero de la Luna” sobre mares lunares:

23: Mare Crisium

https://drive.google.com/file/d/1t2zGKLqxOr8kMilgFbXR7k0RtCCN11DR/view?usp=sharing

43: Mare Nectaris

https://drive.google.com/file/d/1yrZVCOe_00KceBn5J5Eru6_JCjKOyZI0/view?usp=sharing

Todos los números de “El Mensajero de la Luna”:

https://archive.org/details/@sociedad_lunar_argentina


viernes, 24 de octubre de 2025

Bajo la luz de los antiguos: Stöfler, Walter y Regiomontanus

 

(Marcelo Mojica – Club Icarus)

 

Hay noches en que el telescopio, por pequeño que sea, se convierte en un instrumento de comunión. Basta un Maksutov-Cassegrain de 90 mm, un cielo despejado y un poco de paciencia para viajar, sin moverse del patio, hacia las cicatrices más antiguas de la Luna. Entre las vastas llanuras del sur lunar —una región compleja y envejecida, llena de sombras y elevaciones quebradas— reposan tres cráteres que cuentan una historia de impactos, tiempo y silencio: Stöfler, Walter y Regiomontanus.

La geografía de los sabios



Fig.1.- Se observan los cráteres Stofler, Walter y Regiomontanus, mostrando sus características tan acogedoras.  Imagen obtenida con un Mak de 90mm y una focal de 1200mm y filtro IR, el 19/ene/24 a horas 01:45 UT con un s= 3/10 y un t= 2/6

 

Estos tres cráteres forman un triángulo reconocible en el cuadrante sur de la Luna, próximos al borde sur del Mare Nubium.

  • Stöfler (centro selenográfico: 41.1° S, 6.2° E)
  • Walter (33.0° S, 1.0° E)
  • Regiomontanus (28.3° S, 1.0° E)

Se encuentran mejor observables entre los días 6 y 12 del ciclo lunar, cuando el terminador —esa frontera de luz y sombra que avanza lentamente sobre el disco— resalta sus relieves con un dramatismo casi escultórico. En esas noches, el Sol rasante ilumina los picos y paredes de los cráteres, proyectando sombras que se alargan como dedos antiguos sobre la superficie. [1]

Walter: el eco de una montaña interior

De los tres, Walter es quizá el más majestuoso. Su borde está erosionado, sus muros parcialmente colapsados, pero en su centro se alza un conjunto de picos centrales impresionantes, producto del rebote del suelo lunar tras el impacto que lo formó hace más de mil millones de años.
El pico central principal alcanza una altura cercana a los 2.7 kilómetros, un coloso diminuto a la escala terrestre, pero imponente bajo la mirada de un telescopio pequeño. Al observarlo, se tiene la sensación de contemplar un altar de piedra, levantado en mitad de un desierto sin aire. En noches de buena estabilidad atmosférica, esos picos parecen encenderse brevemente, devolviendo la luz del Sol como brasas blancas. [1]

Regiomontanus: la herida del tiempo

Más al norte yace Regiomontanus, un cráter de unos 110 km de diámetro, cuyos muros han sido invadidos y rotos por impactos posteriores. El más notorio de ellos es Purbach, que destruyó parte de su borde noroeste, superponiéndose como una ola pétrea que devoró su estructura original.
En su interior se distinguen varios cráteres secundarios, dispersos como memorias de impactos menores. Observarlos con un telescopio modesto es un desafío gratificante: aparecen y desaparecen con los cambios de luz, revelando el dinamismo de un paisaje que, aunque inmóvil, nunca deja de transformarse bajo el juego del claroscuro lunar. [1]

Stöfler: el testigo silencioso

Finalmente, Stöfler, el más antiguo de los tres, muestra las huellas de incontables impactos posteriores. Su borde está fragmentado, interrumpido por una multitud de cráteres pequeños que lo invaden, como si el tiempo mismo se hubiera ensañado con su estructura. El cráter Faraday, por ejemplo, corta su muro occidental, y a su alrededor proliferan decenas de pequeños círculos brillantes que hablan de una superficie castigada por millones de años de bombardeo cósmico.
A través de un modesto telescopio, Stöfler ofrece una lección de humildad: lo que una vez fue un coloso, hoy es un mosaico de heridas superpuestas, un registro geológico del paso de los eones. [1]

El acto de mirar

Observar esta región —la tríada de Stöfler, Walter y Regiomontanus— no es solo un ejercicio astronómico: es una experiencia casi espiritual. Cada noche de observación es distinta; cada sombra, una historia nueva. No importa el tamaño del telescopio, sino la disposición del alma ante el misterio. Cuando el ojo se posa en el ocular y la Luna se revela en matices de gris, comprendemos algo profundo: que, en esa esfera luminosa, tan lejana y tan cercana, está escrita también nuestra propia historia de curiosidad y asombro.

Así que, si la próxima noche está clara y la Luna ronda su primer cuarto creciente, apunta tu pequeño Mak hacia el sur lunar. Déjate envolver por la luz plateada y silenciosa, y contempla —aunque sea por unos minutos— el testimonio de los siglos grabado en la piedra sin aire.
Porque mirar la Luna no es solo observar: es recordar que el Universo aún nos invita a sentir.

Bibliografía

1.      Virtual Moon Atlas V8.2.  Freeware.

Aclaración:

En el Virtual Moon Atlas existe un otro cráter, que es pequeño, denominado “Walter” en Mare Imbrium, el que se nombra en éste artículo está como “Walther” en dicho Atlas.

 

jueves, 23 de octubre de 2025

LA LUNA DESDE POPAYÁN

 Jairo Andrés Chavez Estupiñan sigue reportando sus estupendas imágenes desde Popayán, Colombia, para nuestros programas de observación: