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viernes, 28 de junio de 2019

LOS OBSERVADORES LUNARES DE LA LIADA EN “THE LUNAR OBSERVER” DE JUNIO 2019


Con gran orgullo presentamos la edición de junio 2019 de la revista especializada en la observación lunar más prestigiosa a nivel mundial: “The Lunar Observer”, con contribuciones de observadores lunares reportadas de la Sección Lunar de la LIADA.
La revista se puede descargar de la web de ALPO:  http://moon.scopesandscapes.com/tlo.pdf y también del siguiente link:
En la página 7 apareció un dibujo acompañado de textos sobre Hesiodus B y Hesiodus X que subimos en una entrada anterior.
En “Lunar topographical studies” se mencionan las siguientes observaciones (pág.12):
ALBERTO ANUNZIATO - ORO VERDE, ARGENTINA. Drawing of Hesiodus B & X. SERGIO BABINO - MONTEVIDEO, URUGUAY. Digital image of Grimaldi. FRANCISCO CARDINALLI - ORO VERDE, ARGENTINA. Digital images of Aristarchus(2). JAIRO CHEVEZ - POPAYÁN,COLUMBIA. Digital images of full Moon(2). MAURICE COLLINS - PALMERSTON NORTH, NEW ZEALAND. Digital images of 8, & 14(2) day Moon, Alphonsus(2), Clavius, Copernicus, Eratosthenes(2), Langrenus, Mare Humorum, PlatoEratosthenes, southwest Moon,(2) & Tycho. HOWARD ESKILDSEN - OCALA, FLORIDA, USA. Digital image of Vitruvius-Maskelyne. MARCELO GUNDLACH – COCHABAMBA, BOLIVIA. Digital images of Alphonsus, Aristillus, Clavius, Copernicus(3), Doppelmayer, Grimaldi, Langrenus, Plato(2), Schiller, Sinus Iridum. RICHARD HILL – TUCSON, ARIZONA, USA. Digital images of Apollo 11 site(4), Catena Davy, Moretus, Montes Apenninus, & Tycho. DAVID JACKSON - REYNOLDSBURG, OHIO, USA. Digital image of waxing crescent Moon. DAVID TESKE - LOUISVILLE, MISSISSIPPI, USA. Digital image of Jansson.
Y se seleccionaron para ilustrar la sección imágenes de Sergio Babino (Grimaldi en página 12),




Aristarchus por Francisco Alsina Cardinali (página 13):


La Luna llena por Jairo Chavez (página 13):

Clavius, Langrenus y Schiller por Marcelo Mojica Gundlach (página 15):




En la Sección “Lunar Geological Change Detection Program” (pág.17 y siguientes) aparecen nuestras observaciones reportadas al programa:
Reports have been received from the following observers for March: Jay Albert (Lake Worth, FL, USA - ALPO) observed: Aristarchus, Daniell, Kepler, Mons Piton, Plato, and imaged part of the western hemisphere of the Moon. Alberto Anunziato (Argentina – SLA) observed: Alphonsus, Aristarchus, Plato, Proclus and Ross D. Bruno Cantarella (Italy - UAI) imaged the Full Moon. Francisco Alsina Cardinali (Argentina – SLA) imaged Aristarchus. Jairo Andres Chavez (Columbia – LIADA) imaged: several features. Maurice Collins (New Zealand – ALPO/BAA/RASNZ) imaged: Alphonsus, Aristarchus, Bailly, Mare Humorum, Schickard, Tycho and several features. Marie Cook (Mundesley, UK – BAA) observed: Archimedes, Moltke and Plato. Tony Cook (Newtown, UK & Torrevija, Spain – ALPO/BAA) videoed earthshine, Mare Serenitatis and several features. Walter Ricardo Elias (Argentina - AEA) imaged: Alphonsus, Aristarchus, Montes Carpatus, Moretus, Plato, Proclus, Ross D, Torricelli B, Tycho and several features. Valerio Fontani (Italy – UAI) imaged the Full Moon. Rik Hill (Tucson, AZ, USA – ALPO/BAA) imaged Copernicus, Montes Alpes, Montes Apenninus, and Rima Hadley. Leonardo Mazzei (Italy – UAI) imaged the Full Moon. Jorgelina Rodriguez (Argentina – AEA) imaged Censorinus. Robert Stuart (Rhayader, UK – BAA) imaged: Agrippa, Aristarchus, Aristotles, Atlas, Barocius, Boscovich, Catherina, Cyrillus, Endymion, Eudoxus, Gemma Frisius, Hercules, Jacobi, Lade, Macrobius, Mare Nectaris, Mare Serenitatis, Maurolycus, Messier, Meton, Montes Caucasus, Piccolomini, Posidonius, Rupes Altai, Sacrobosco, Santbech, Theophilus, and several features. Aldo Tonon (Italy – UAI) imaged the Full Moon. Luigi Zanatta (Italy – UAI) imaged the Full Moon. Marcelo Zurita (Brazil - APA/BRAMON/SAB) videoed earthshine.

Y se escogieron una observación de Alberto Anunziato de Plato para analizar las condiciones de iluminación similares a un Fenómeno Lunar Transitorio reportado en 1983, una imagen de Jairo Chavez para analizar un FLT de 1980 en Plato, una imagen de Francisco Alsina Cardinali de Aristarchus para analizar un FLT de 1969.




jueves, 27 de junio de 2019

¿Qué es ese ruido? Cómo Penzias y Wilson descubrieron por azar la prueba fundamental del Bing Bang

Publicado en Diario Uno el 11 de mayo de 2019


Por Alberto Anunziato (Sociedad Lunar Argentina)



Arno Penzias y Robert Wilson delante de la antena con la que detectaron el eco del “Big Bang”, lo que les valió el Premio Nobel de Física en 1978.

Arno Penzias y Robert Wilson trabajaban como técnicos de la Bell Telephonic en una antena diseñada para mejorar las comunicaciones por satélite. En un principio se recibían las comunicaciones del satélite Eco I, lanzado en 1960. Cuando este trabajo dejó de ser necesario, ambos técnicos modificaron la antena y la transformaron en el radiotelescopio de mayor poder de recepción de la época, con el propósito de continuar su trabajo de tesis, que consistía en el relevamiento de la intensidad de fuentes de radio-energía provenientes del espacio, con aplicaciones tanto en el desarrollo de la comunicación por satélite como en la radioastronomía.
El 20 de mayo de 1964 notaron una contaminación, un “ruido de fondo”, una señal de 4080 MHz con una longitud de onda de 7,35 cm que no cesaba nunca. Durante varios meses se dedicaron a descartar posibles orígenes de la intrigante señal, tanto extraterrestres (escudriñando posibles fuentes en la Vía Láctea) como terrestres (desde las señales provenientes de la ciudad de New York hasta el excremento de un par de palomas que habían nidificado en la antena). No encontraron ninguna explicación para la persistente señal uniforme e invariable que encontraban apuntasen donde apuntasen su radiotelescopio, una radiación que correspondía a una temperatura de 2,725 Kelvin.
En esa época el modelo cosmológico que explica el origen del universo a partir de una explosión inicial (“Big Bang”) competía en desventaja frente a la teoría del estado continuo, el llamado “modelo estacionario”. Según este modelo cosmológico el universo no tuvo principio ni tendrá fin, lo que se observa ahora es lo mismo que se observó antes y lo mismo que se observará siempre. ¿Cómo se condice esto con la expansión del universo, comprobada por Edwin Hubble en 1929 cuando descubrió que la velocidad con que las galaxias se alejan en todas direcciones es proporcional a la distancia en que se encuentran del observador? La teoría del estado continuo decía que al expandirse el universo disminuía la densidad de la materia y a la vez se creaba nueva materia que compensaba dicha disminución (se calculó que se debe crear un átomo de H por Km3 por siglo). Esta nueva materia se crearía de la nada.
Esta teoría se adaptaba muy bien a los datos proporcionados por la observación de ese entonces. Y tan fuerte era el paradigma cosmológico hoy olvidado, que el mismo Einstein introdujo su trampa teórica más famosa, la “constante cosmológica” para que sus descubrimientos cosmológicos fueran compatibles con el modelo cosmológico estacionario de un universo estable y eterno. Por supuesto, ambos modelos cosmológicos tenía implicancias filosóficas. El modelo estacionario de un universo eterno, sin comienzo, resolvía un problema filosófico primordial. Las explicaciones creacionistas del universo eran resistidas por la filosofía griega y romana. Al concebir a Dios, o a los dioses, como seres perfectos, éstos no podían estar sujetos a cambios, cambios que eran propios del mundo de los mortales, dominado por la necesidad y la materia. Si el universo era creado, debió existir un periodo de tiempo en el que no existía (el tiempo era considerado como algo ajeno a la materia, porque todavía no había nacido Einstein) y luego los dioses decidieron que existiera. Pero los dioses no podían haber actuado por capricho, y motivos para crear el universo no tenían. El cristianismo pudo soslayar la cuestión porque siempre predicó un Dios que puede tomar decisiones cuando le place sin rebajar su majestad, por eso es que el modelo cosmológico de un universo con inicio era resistido por la ciencia por la posibilidad de que se lo comparara con el relato bíblico de la creación. Y para colmo, dos físicos llegaron al mismo resultado de manera independiente: las ecuaciones de Einstein implicaban un universo en expansión: Alexander Friedmann y el sacerdote belga y astrofísico Georges Lemaître, sentando los pilares de lo que ahora conocemos como “teoría del Big Bang” (nombre que se debe al físico Geroge Gamow). Einstein no se lo tomó muy bien, por cierto.
La cómoda explicación del modelo estacionario recién comenzó su real declinación cuando se descubrieron los primeros quásares en 1963. Los quasares (agujeros negros súper masivos en el centro de algunas galaxias) son muy lejanos, a medida que se observa más allá en el espacio su número aumenta y luego comienza a disminuir (formando como una nube). Esto demostraría que el universo no fue siempre igual.
Volvamos a Penzias y Wilson. El primero mencionó casualmente sus investigaciones radioastronómicas y la extraña señal omnidireccional en una charla con un físico, quien le sugirió reunirse con el grupo de cosmólogos de la Universidad de Princeton que estudiaban la teoría del Big Bang, encabezados por Robert Dicke. Ellos fueron quienes descubrieron las implicancias teóricas del descubrimiento casual: se trataba del calor primordial proveniente de la explosión inicial que dio origen al universo, el “santo grial” de la cosmología, que solo existía como concepto teórico. La enorme cantidad de radiación de calor desencadenada por la explosión se fue enfriando paulatinamente, desde los 10.000 millones de grados iniciales hasta unos pocos miles de grados (la temperatura del sol), temperatura que permitió la formación de los átomos. La evolución continuó, el universo se expandió y  en esa expansión el calor primordial se fue enfriando hasta hacerse casi imperceptible. Pero ese terrible calor no podía haber desaparecido.
Lo que Penzias y Wilson descubrieron por casualidad es lo que hoy se conoce como radiación cósmica de fondo, el vestigio de la explosión primordial que los partidarios del “Big Bang” buscaban. Ese brillo, ese calor debilitado que los radiotelescopios pueden percibir en cualquier dirección a que apunten sus antenas y que no está relacionado con ningún objeto astronómico es lo que Paul Davies llama “un testimonio inofensivo del fiero nacimiento del universo”. En el modelo estacionario no había lugar para dicha radiación uniforme, por lo que sin saberlo también generaron un cambio de paradigma cosmológico que permitió que la teoría del Big Bang se impusiera definitivamente. En 1992 se descubrió que la temperatura de la radiación cósmica de fondo no es absolutamente homogénea; hay lugares en el universo que son más calientes que el resto, remanentes de las pequeñas perturbaciones en el plasma primordial que originaron las estructuras galácticas que vemos hoy. Esas diferencias de radiación fueron confirmadas por los satélites norteamericanos COBE y WMAP y por la sonda europea Planck.
El modelo estacionario se ahorraba la pregunta acerca del porqué del inicio, por lo que era más “confortable”. Pero la teoría del Big Bang ofrece una serie de interrogantes fascinantes que son los que fundan la cosmología moderna. Y gran parte de ello se lo debemos al paciente trabajo de dos radioastrónomos que pudieron encontrar el resplandor de la creación.

Si querés formar parte de la Sociedad Lunar Argentina, una nueva asociación astronómica con sede en Paraná y Santa Fe, escribinos a sociedadlunarargentina@gmail.com

Eclipse parcial de sol en Paraná


Publicado en Diario Uno el 22 de junio de 2019 


El 2 de julio la Luna eclipsará al sol, 100 años después de que otro eclipse permitiera probar la teoría de la relatividad de Einstein

Alberto Anunziato (Sociedad Lunar Argentina)

El 2 de julio la Luna eclipsará al sol, 100 años después de que otro eclipse permitiera probar la teoría de la relatividad de Einstein
Entre las 16.36 y las 18.47 del martes 2 de julio el brillo del sol disminuirá sustancialmente por la interposición de la Luna en el camino de su luz hacia la Tierra. Es lo que se conoce como n eclipse de sol, uno de los espectáculos naturales más impresionantes, y ha inspirado descripciones como la de Horace Smith: “¿Es la luz del día, este brillo lívido parecido a la muerte? ¿Qué significa el aire helado que estremece mi corazón, y la tristeza formidable que transformó en una sombra fúnebre la alegría de la mañana? Era mediodía y sin embargo una profunda noche artificial envolvió al cielo”
Lamentablemente, el eclipse del 2 de julio no será tan espectacular en Paraná. El sol estará muy bajo sobre el horizonte oeste, de manera que lo taparán los edificios, por lo que habrá que salir de la ciudad para tener un horizonte limpio. Y será parcial, la Luna tapará el 94% del disco solar a las 17.45. Igualmente, estamos situados muy cerca de la estrecha franja geográfica (determinada por la diferencia de tamaño entre el cuerpo que eclipsa, la Luna, y el cuerpo eclipsado mucho más grande) en la que el eclipse será total. Lugares como Venado Tuerto en Santa Fe verán el eclipse total y está bastante cerca nuestro. Igualmente, la gran estrella es la Provincia de San Juan, ubicado en el extremo oeste de la franja de la totalidad (y por ende donde el eclipse durará un poco más) y con un clima seco que promete la ausencia de nubes. Las nubes son las enemigas de los eclipses, han arruinado viajes de miles de kilómetros para verlos e incluso han arruinado observaciones de importancia fundamental. Hace 100 años, el 29 de mayo de 1919, la observación del eclipse solar total realizada en Sobral, Brasil, permitía cambiar el paradigma de la física del modelo newtoniano al modelo de la relatividad de Einstein. La incógnita estaba dada por las alteraciones en la órbita del planeta más cercano al Sol, Mercurio, que venían desvelando a los astrónomos. La única causa conocida para las alteraciones en la órbita era la influencia gravitatoria de un cuerpo masivo cercano. Las alteraciones en la órbita de Urano permitieron predecir a Urbain Le Verrier en 1845 mediante cálculos matemáticos donde se encontraba un planeta que no había sido nunca observado, el octavo del sistema solar. Al año siguiente se descubrió Neptuno en el lugar que el matemático francés había predicho. El comportamiento anómalo de Mercurio debía responder a la misma causa que el de Urano y Le Verrier predijo la existencia de un planeta entre Mercurio y el Sol responsable de esa órbita anómala por su atracción gravitatoria. Lo llamó Vulcano, el dios herrero que vive en el calor de la fragua. Los astrónomos iniciaron la caza e incluso se reportaron observaciones de un planeta que nunca existió. En 1915 Einstein postuló otra solución del problema, aplicando la teoría general de la relatividad: un cuerpo tan masivo como el Sol curva el tejido del espacio-tiempo y un planeta tan cercano como Mercurio tenía que tener un comportamiento anómalo debido a esa curvatura más acentuada. Incluso la luz de las estrellas que pasa por las cercanías del Sol se curvaría por su campo gravitacional. Registrando la luz de las estrellas cerca del Sol de día y luego de noche se podría apreciar la curvatura provocada en el trayecto de la luz comparando ambos registros. Se necesitaba un eclipse de la luz del Sol para observar esas estrellas de día y luego comparar el camino de su luz de noche. El eclipse de 1919 fue seguido como un acontecimiento mundial. Dos equipos británicos llegaron a la isla de Príncipe (en Africa, encabezado por Eddington), donde las nubes impidieron casi completamente la observación, y a Sobral en Brasil (encabezado por Davidson). El análisis de las imágenes del eclipse de Sobral confirmaron la teoría de Einstein, aunque siguieron haciéndose pruebas adicionales por mucho tiempo.
No olvidemos que para disfrutar el eclipse no hay que mirarlo a ojo desnudo, ni con anteojos de sol, radiografías o nada parecido: la luz del Sol aunque eclipsada sigue haciendo daño, muchísimo más si cometemos la locura de observar con binoculares o telescopios. Tendremos que conformarnos con vidrios para máscaras de soldador o los anteojos especiales para eclipse que se consiguen por internet. O viajar, porque en esos menos de tres minutos que dura un eclipse de sol es el único momento en que podemos mirarlo a la cara sin ser fulminados.

domingo, 9 de junio de 2019

HESIODUS B y X





Publicado en la edición de junio de 2019 de "The Lunar Observer"

Nos encontramos en el Mare Nubium, al norte de los cráteres Hesiodus y Pitatus.  Hesioudus B es el cráter hacia el oeste. Mide 10 kilómetros de diámetro. No se pueden observar muchos detalles, más allá de su interior muy oscuro y sus paredes que parecen más altas hacia el oeste, de acuerdo a la sombra que proyectan y a la zona que recibe más luz solar. Hesiodus X es más complejo e interesante. Solamente la pared oeste parece casi completa, aunque su segmento norte aparece mucho más brillante que el resto, por lo que presumimos que es más alto que el resto. La pared norte ha desaparecido casi completamente. La pared sur, la mejor conservada, se interrumpe bruscamente, lo que se deduce de las sombras que la separan de la pared este (con un telescopio tan pequeño como el mío no es sencillo observar sombras que separen fragmentos de paredes fracturadas). Son 3 fragmentos, dos son contiguos y el tercero más separado hacia el norte. A la derecha aparece un pico aislado y a la izquierda una especie de cordillera muy alta, a juzgar por las profundas sombras que proyecta hacia el oeste . Más hacia el sur observé algo similar a un dorsum, una ondulación con una sombra leve y grisácea que ayudaba por contraste a percibir su ligero brillo. Los 3 accidentes del sur, de los que no pude encontrar el nombre: ¿Pertenecerán a cráteres ya desaparecidos? Tampoco he encontrado a qué podía corresponder la sombra muy leve que se extiende en semicírculo en el extremo oeste de la imagen. Un área verdaderamente fascinante.

Name and location of observer: Alberto Anunziato (Paraná, Argentina).
Name of feature: Herodotus B and X.
Date and time (UT) of observation: 04-14-2019  00.00 to 00:30.
Size and type of telescope used: 105 mm. Maksutov-Cassegrain (Meade EX 105).
Magnification: 154X

domingo, 2 de junio de 2019

CRÓNICAS LUNARES. LA DECISIÓN DE ALAN SHEPARD


Alberto Anunziato (Sociedad Lunar Argentina)

Aparecido en Diario Uno de Paraná el 1º de junio de 2019


Alan Shepard manipulando equipo técnico en la superficie lunar



El 5 de febrero de 1971 se produjo el tercer alunizaje exitoso de la serie Apolo, el del módulo lunar Antares de la misión Apolo 14. En el módulo de comando quedaba Stuart Roosa y en el módulo lunar iban como tripulantes Edgard Mitchell y Alan Shepard, los dos caracteres más contrapuestos de todo el programa espacial. Pero cuando fue necesaria una decisión valerosa, estuvieron de acuerdo.
Shepard era un héroe norteamericano incluso antes de ir a la Luna, ya que fue el primero de esa nacionalidad en ir al espacio (aunque segundo del primer hombre en el espacio, el soviético Yuri Gagarin). Incluso su carrera como astronauta parecía terminada cuando  le diagnosticaron la enfermedad de Meniere, un problema en el oído que causa vértigo y desorientación, y decidió someterse a una riesgosa operación sólo para poder volver al espacio. Lo consiguió diez años después con 47 años, el más veterano de los integrantes de la misiones  Apolo.
Los problemas para Apolo 14 comenzaron cuando el módulo lunar se separó del módulo de comando para iniciar el alunizaje. La computadora de a bordo empezó a emitir una señal de “abortar”, como si leyera problemas que parecían no existir. La primera instrucción desde Tierra a Shepard fue que golpeara el tablero con un destornillador para ver si la señal cesaba (lo que solemos hacer con nuestros electrodomésticos), pero fue en vano. El gran problema es que esa señal de “abortar” podía ser ignorada pero podría repetirse durante la fase de descenso propulsado y la computadora, interpretándola como una emergencia, activara automáticamente los motores de ignición que separaban las etapas de ascenso y descenso… enviando a la tripulación al espacio, o bien estrellarlos contra la superficie lunar. Finalmente desde Tierra, a toda velocidad, reescribieron el programa y Mitchell ingresó los cambios manualmente, de manera que la señal pudiera ser ignorada sin peligro.
Pero eso no fue todo. Empezó a fallar el radar de alunizaje que indicaba información tan vital como la altitud, la velocidad de descenso y los posibles obstáculos en superficie como montañas o paredes de cráteres. Fue un momento tenso. El protocolo indicaba que era una falla que implicaba abortar la misión. Cuando el tono de voz de Shepard cambió de nervioso a decidido, cundió la desesperación en la sala de control: se percataron de que Shepard, piloto del módulo lunar, alunizaría de todas maneras, aunque fuera a ciegas. Shepard consultó con Mitchell si tomaban ese riesgo y Mitchell le dijo que sí, aunque deberían tratar de hacer funcionar el radar primero. Lo cierto es que bastó con apretar más fuertemente el interruptor para que el radar comenzara a funcionar y el alunizaje fuera un éxito. Cuenta la leyenda que Mitchell, quien no parecía estar tan convencido como Shepard de alunizar a ciegas, le preguntó a éste luego de la misión si realmente hubiera tomado ese riesgo y Shepard le respondió “Nunca lo sabrás, Ed. Nunca lo sabrás”.
La misión fue muy valiosa, aunque sea injustamente recordada por la bravuconada de Shepard de llevar un palo de golf a escondidas y golpear una pelota en la superficie lunar. Lo que ahora suena pintoresco, en su momento fue muy criticado: se habían gastado miles de millones de dólares para mandar a un astronauta a jugar al golf en la Luna, en vez de enviar a un científico. Probablemente las reacciones adversas a esta imagen posibilitaron que al menos en la última misión Apolo viajara un geólogo (Jack Schmitt). Pero este verdadero “space cowboy”, que odiaba estudiar geología lunar, y su compañero Ed Mitchell, decidieron por unos instantes jugarse su vida para llegar a la Luna… hasta que el bendito radar funcionó.

“Crónicas lunares” es una serie de artículos de divulgación que forma parte del programa “La Luna y nosotros”, destinado a celebrar los 50 años del alunizaje del Apolo XI y la llegada del hombre a la Luna, organizado por la Sociedad Lunar Argentina (SLA). En el marco de ese programa, el próximo domingo 2 de junio de 2019 a las 18 horas se llevará a cabo una conferencia teórico-práctica llamada “Introducción a la Selenografía. Cómo reconocer lo que vemos en la superficie de la Luna”. Es un evento de la Sociedad Lunar Paranaense, integrante de la  Sociedad Lunar Argentina, auspiciado por el Centro de Observadores del Espacio de Santa Fe y la Liga Iberoamericana de Astronomía. Con imágenes obtenidas por miembros de la Sociedad Lunar Paranaense se ilustraran los distintos tipos de paisajes que se pueden observar con un telescopio en la cara visible de la Luna. Los interesados en participar de este importante evento de astronomía amateur deberán enviar un email a sociedadlunarargentina@gmail.com para confirmar su presencia, ya que por razones de espacio el cupo es limitado.

 La rama local de la SLA es la Sociedad Lunar Paranaense. Contactate con nosotros para unirte a nuestras actividades, enviando un email a sociedadlunarargentina@gmail.com