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miércoles, 16 de julio de 2025

Por qué observar la Luna en fase llena

 

(Marcelo Mojica – Club de Astronomía Icarus)

 Una nueva mirada al astro más cercano

Cuando salimos con nuestros telescopios a los parques, a las plazas o a los espacios abiertos donde la gente se reúne, a menudo mostramos con entusiasmo la Luna. Es el astro más cercano, brillante y fácil de observar incluso con telescopios modestos o binoculares. Y casi como un ritual compartido entre los astrónomos aficionados, solemos repetir una frase que ha sido pasada de generación en generación: “Las mejores fases para observar la Luna son el cuarto creciente y el cuarto menguante.”

Y no es una mentira. Durante esas fases, la luz del Sol incide de manera oblicua sobre la superficie lunar, proyectando sombras largas desde los muros de los cráteres, las cordilleras y los valles. Estas sombras permiten ver con profundidad los relieves, como si una escultura fuera iluminada desde el costado. Es un espectáculo fascinante ver cómo el terminador —la línea entre el día y la noche lunar— se desliza revelando poco a poco la topografía selenita con dramatismo visual.

En contraste, muchas veces decimos que la Luna llena es poco interesante para los observadores. La luz solar cae de frente sobre la cara visible, lo que hace que desaparezcan las sombras que tanto nos gustan. La superficie parece aplanada, sin relieve, y los cráteres pierden profundidad ante nuestros ojos. Sin embargo, esta visión es incompleta. En realidad, la Luna llena guarda secretos únicos que no pueden verse en ninguna otra fase.

La Luna llena revela estructuras invisibles en otras fases

Un estudio más detallado y meticuloso de la Luna en fase llena revela un conjunto distinto de maravillas: los sistemas de rayos o ramificaciones que emergen desde algunos cráteres. Estas estructuras —formadas por materiales expulsados violentamente durante impactos— se extienden por cientos de kilómetros en todas direcciones, y solo bajo la iluminación directa de la Luna llena brillan con claridad sobre el fondo grisáceo del regolito lunar.

Uno de los más impresionantes ejemplos de esto es el cráter Copérnico.

Copérnico: una estrella geológica en la Luna

El cráter Copernicus, Fig.1, nombrado así en honor al astrónomo polaco Nicolás Copérnico, se encuentra entre Mare Insularun y Mare Imbrium, una de las grandes llanuras de lava que cubren buena parte de la cara visible de la Luna. Su ubicación exacta es en las coordenadas 9.7°N, 20.1°W, y su diámetro es de aproximadamente 93 kilómetros, con una altura de más de 4.1kilómetros. [1]

Lo que lo hace espectacular en Luna llena no es tanto su relieve, que en esa fase se ve poco, sino el sistema de rayos brillantes que lo rodea. Desde su centro, miles de líneas delgadas y pálidas se extienden hacia el exterior en forma radial, alcanzando regiones distantes de la superficie lunar. Estos rayos están compuestos por material eyectado durante el impacto que formó Copérnico, hace aproximadamente 800 millones de años, lo que lo clasifica como un cráter relativamente joven en términos geológicos.

Fig.1.- Se observa el cráter Copérnico fotografiado en diferentes edades lunares. A la derecha en fase casi llena, la Luna nos muestra los rayos emergiendo del cráter como si fuese una telaraña selenita plateada, casi mágica

 Durante la Luna llena, estos rayos reflejan la luz solar de manera más intensa que las zonas más antiguas y erosionadas del regolito. Así, forman un verdadero “sol congelado” en la superficie lunar. Es en esta fase que la belleza del impacto se revela en todo su esplendor.

Una fase, distintos datos

Más allá del deleite estético, esta observación tiene valor científico. El análisis de los rayos permite estimar la edad relativa de los cráteres, estudiar la composición del material expulsado, y entender la dinámica de los impactos en cuerpos sin atmósfera. Estos datos no son accesibles en fases donde la sombra domina, porque los rayos son invisibles o están desdibujados.

Además, en Luna llena se pueden hacer estudios fotométricos —medidas de brillo— para analizar variaciones en la reflectividad de diferentes regiones, e incluso comparar estos datos con imágenes multiespectrales tomadas por sondas. Aunque los detalles topográficos son escasos, la cantidad de información radiométrica y composicional que puede extraerse es sorprendente.

Ciencia en todas las fases

El mensaje es claro: no existe una fase inútil de la Luna. Cada etapa de su ciclo ofrece una ventana distinta para el estudio científico y la contemplación estética. Lo que cambia es el tipo de fenómeno que se puede observar.

A veces, la comunidad de aficionados tiende a simplificar la divulgación, y en ese proceso podríamos estar perdiendo oportunidades valiosas de inspirar y educar. Decir que la Luna llena "no sirve" para observar es tan injusto como decir que un día nublado no sirve para estudiar el clima. Todo momento tiene su valor, si se lo observa con atención, si se toman los datos adecuados y se mantiene vivo el espíritu científico.

Así que la próxima vez que la Luna se muestre en su plenitud, en lo alto del cielo nocturno, brillando como un faro plateado sobre el mundo, no guardes el telescopio. Enfócalo hacia Copérnico y sus rayos, fotografía, registra, compara y sueña. La ciencia se construye no solo con los momentos espectaculares, sino también con la constancia de quien observa incluso donde otros no miran.

Bibliografía

1.      Virtual Moon Atlas V8.2.  Freeware

lunes, 14 de julio de 2025

sábado, 12 de julio de 2025

NÚMERO ESPECIAL DEL MENSAJERO DE LA LUNA: ESPECIAL SOBRE RUPES RECTA

 

Amigos de la Sociedad Lunar Argentina;

Compartimos el número 53 de nuestra revista, que es un especial con las contribuciones que se hicieron para la Sección Focus On del mes de julio de 2025 en la revista The Lunar Observer, relacionada con Rupes Recta:

Rupes Recta, The Straight Wall, El Ferrocarril, La Espada, tantos nombres para un mismo sitio con el que han soñado (sí, ¿por qué no?, soñado) tantos observadores a través de las décadas. La más notoria de las pareidolias lunares es el ejemplo más notorio de falla lunar (una grieta con uno de sus bordes más elevado que el otro). Rupes Recta varía mucho de acuerdo a la iluminación y vamos a analizar las imágenes que nos envíen en búsqueda de detalles esta gran pared, junto con las otras interesantes formaciones de esta región del este de Mare Nubium.

Link para ver y/o descargar:

https://drive.google.com/file/d/1D7Rzruj8KdlSO8PKnPEitVNWQeV-MkfD/view?usp=sharing


miércoles, 2 de julio de 2025

Plato: el cráter que cambia con la luz lunar

 (Marcelo Mojica, Club de Astronomía Icarus)

Entre las muchas maravillas que ofrece la superficie de la Luna, hay un cráter que, tanto por su elegancia geológica como por su papel en la historia de la astronomía, ha capturado la atención de generaciones de observadores: el cráter Platón. Situado en las coordenadas lunares 51.6° norte y 9.3° oeste, Platón se ubica en el extremo noreste del Mare Imbrium, al borde de las tierras altas lunares, y representa uno de los espectáculos visuales más cambiantes y hermosos que ofrece nuestro satélite natural. [1]

Platón es un cráter de impacto de unos 100 kilómetros de diámetro, con un fondo relativamente plano y oscuro, cubierto por antiguos flujos de lava basáltica. Sus murallas escarpadas y elevadas, que alcanzan alturas de más de 2.5 kilómetros en algunos puntos, lo rodean como una muralla fortificada, protegiendo su interior de tonos sombríos. Esta configuración lo convierte en un objeto especialmente atractivo para observar con telescopios de aficionado, ya que las sombras que proyectan sus bordes varían dramáticamente a lo largo del mes lunar, revelando diferentes aspectos de su relieve. [2]

Observar Platón es como asistir a una obra de teatro con iluminación cambiante. En los días posteriores al novilunio (Luna nueva), cuando la luz solar apenas roza sus murallas orientales, las sombras se alargan hacia el oeste, dibujando contornos precisos de las paredes del cráter. A medida que avanza la fase lunar y el Sol lunar asciende en el cielo selenita, las sombras se acortan y el interior del cráter aparece plano y oscuro, como un lago seco y sereno. Más adelante, durante la luna menguante, el proceso se invierte, esta vez con sombras proyectadas hacia el este. Esta transformación diaria convierte a Platón en un objetivo ideal para seguir a lo largo de todo el ciclo lunar, apreciando sus cambios sutiles y su belleza siempre renovada.

Una característica curiosa es la ausencia de un pico central prominente, típico en otros cráteres de tamaño similar. El interior del cráter también presenta pequeños cráteres secundarios apenas visibles con telescopios de mediana potencia, y ha sido objeto de interés por supuestas anomalias visuales: desde el siglo XIX, varios observadores han reportado “nubes”, “nieblas” o luces transitorias en su interior, fenómenos ahora conocidos como Fenómenos Lunares Transitorios (TLPs) [3]. En 1788 el astrónomo planetario alemán Johan Schröter había informado de la presencia de una brillantísima luz entre los picos de los montes Alpes, no lejos de Platón.[4] Aunque su explicación científica aún es tema de debate, han nutrido el misticismo en torno a Platón y han estimulado la imaginación tanto de científicos como de escritores.

Este cráter, además, tiene un lugar especial en la historia de la cartografía lunar. Los primeros intentos sistemáticos de representar la Luna con precisión surgieron a partir del uso del telescopio a comienzos del siglo XVII. Thomas Harriot, un astrónomo inglés, fue el primero en realizar un dibujo conocido de la Luna en 1609, incluso antes de Galileo. Poco después, en ese mismo año, Galileo Galilei utilizó su telescopio para observar y dibujar las fases lunares, aportando una interpretación revolucionaria del relieve lunar que contradecía la visión aristotélica de una Luna perfecta y lisa. Luego, en 1645, el astrónomo jesuita Johannes Hevelius publicó Selenographia, la primera obra extensa dedicada a la Luna, con mapas meticulosamente dibujados, donde Platón ya aparecía representado (aunque con nombres distintos a los actuales).

A estos pioneros se les sumó más tarde el trabajo del astrónomo italiano Giovanni Battista Riccioli, quien en 1651 introdujo la nomenclatura lunar moderna en su obra Almagestum Novum, asignando al cráter el nombre “Platón” en honor al filósofo griego. Esta convención fue ampliamente adoptada y perdura hasta hoy. Fig 1.

Fig.1 Los primeros astrónomos en realizar dibujos y Atlas lunares.  De izquierda a derecha: Thomas Harriot, Galileo Galilei, Johanes Hevelius y Giovani Riccioli. Wikipedia

Dos siglos más tarde, en plena época romántica de la astronomía, el cráter Platón volvió a cobrar protagonismo en manos de observadores apasionados como Camille Flammarion, autor del célebre libro L’Astronomie (1862). Flammarion fue un astrónomo y divulgador francés que supo combinar el rigor científico con una sensibilidad estética y literaria inusual. En sus obras, incluyó bellísimos grabados lunares realizados a partir de observaciones telescópicas de alta precisión. Muchos de estos dibujos, inspirados en los cuadernos de observación de astrónomos del siglo XVIII y XIX, muestran a Platón con gran detalle: sus murallas, su fondo oscuro, sus sombras cambiantes.

En aquella época, antes de la fotografía astronómica, los dibujos eran la principal forma de registrar y compartir observaciones, y el cráter Platón fue uno de los favoritos por su capacidad de cambiar su apariencia con la luz. Algunos astrónomos, como Schröter, Beer y Mädler, pasaban horas observando y dibujando Platón durante noches consecutivas, documentando incluso las mínimas variaciones.

Hoy en día, gracias a la tecnología moderna, disponemos de imágenes satelitales de alta resolución de la superficie lunar. Sin embargo, el encanto de observar Platón en directo permanece intacto. A través de un telescopio modesto, el cráter nos ofrece una conexión con los observadores del pasado, con sus cuadernos de campo y sus lentes de vidrio pulido. Cada fase lunar trae consigo una nueva oportunidad para contemplar cómo la luz modela sus formas y revela su historia geológica, sus cicatrices de impacto, y su milenaria presencia sobre el horizonte nocturno.

A la Izquierda se observa una fotografía del Cráter Platón obtenida con un telescopio Mak de 150mm de apertura y a la derecha un dibujo editado en la obra de Camilo Flamarion

 En definitiva, Platón no es solo un cráter: es una galería viviente de luces y sombras, una joya para el ojo entrenado y una invitación para todo aquel que alza la vista y se deja fascinar por la Luna. Si tienes un telescopio, incluso uno pequeño, dedícale algunas noches a Platón. Descubrirás que no hay dos observaciones iguales, y que la belleza de este rincón lunar se revela, poco a poco, a quien lo observa con paciencia y asombro.

Bibliografía

1.      https://es.wikipedia.org/wiki/Plat%C3%B3n_(cr%C3%A1ter)

2.      Virtual Moon Atlas V8.2

3.      Actividad en la superficie lunar: fenómenos lunares transitorios, Cruz R., file://Dialnet-ActividadEnLaSuperficieLunar-4550290.pdf

4.      https://es.wikipedia.org/wiki/Fen%C3%B3menos_lunares_transitorios

 

viernes, 27 de junio de 2025

LA TOPOGRAFÍA DEL ARCO DE LOS DORSA

 

Traducción del texto aparecido en la edición de junio 2025 de The Lunar Observer

Cuando la vida te da pocas oportunidades para observar con el telescopio, es el momento para reflexionar sobre lo que observamos, mientras caminamos, mientras esperamos, mientras nos aburrimos…

Uno de mis intereses en la observación lunar son los dorsa, y una de las razones de mi interés es que mis observaciones han ido mejorando progresivamente gracias los conocimientos teóricos sobre la geología de estas formaciones (literalmente cuanto más se conoce más se ve) y en algunas ocasiones la observación estimula la reflexión teórica. Es el caso del texto que presentamos, con la salvedad de que la observación no es directa sino de las imágenes que brinda una obra que he citado en incontables ocasiones en esta revista, el Photographic Lunar Atlas for Moon Observers de Kwok Pau.

Hace mucho que me intrigan dos hechos: 1) la extraordinaria complejidad del relieve de los dorsa (obviamente, cuanto más grandes más complejos) y 2) que esa complejidad no es recepcionada en los textos teóricos. En efecto, si repasamos la bibliografía sobre este tema notamos que las publicaciones están aumentando, pero están más orientadas hacia un estudio de la generalidad de los dorsa, y muy poco sobre la topografía de algún dorsum en particular o una taxonomía de los elementos de su relieve.

En la literatura teórica encontramos una división del relieve de los dorsa en dos elementos: uno inferior, ancho y poco elevado que se denomina arco, que tiene una pendiente empinada y otra más suave, y un elemento superior, estrecho, elevado y escarpado, que se llama cresta, y puede correr sobre uno de los márgenes del arco (frecuentemente migrando de uno a otro margen) o bien en el interior del arco en un patrón de que semeja a los escalones de una escalera caracol, aunque se menciona (al pasar) que puede haber crestas secundarias y crestas fuera del arco. Y prácticamente nada más. Este esquema es sumamente útil para analizar la totalidad de los dorsa, que prácticamente se formaron simultáneamente (en términos geológicos), es sumamente útil para clasificarlos, es sumamente útil para ayudarnos en la observación, pero no es tan útil si queremos analizar un dorsum en particular, ya que la gran mayoría de ellos presentan aspectos intrincados y complejos similares a los de la IMAGE 1, en la que vemos (según el catálogo de dorsa del LRO Quickmap) 3 dorsa en la mitad izquierda de la imagen corriendo de oeste a este y paralelos entre sí y 1 dorsa corriendo de norte a sur en el que los 3 anteriores parecen finalizar. Si tratáramos de describir la topografía que vemos en la imagen, ¿de cuánta utilidad nos sería la división topográfica entre arco y cresta? Lo que vemos es una multiplicidad un poco abrumadora (para una taxonomía) de elementos topográficos.

Lo que vamos a analizar a continuación, en imágenes extraídas del libro citado (a mi entender uno de los mejores atlas lunares), son algunos detalles en la superficie del elemento inferior de los dorsa, el arco.

1.-ELEVACIONES SIMILARES A TÚMULOS O MONTÍCULOS


En IMAGE 1 marcamos lo que parecen ser (yo diría, con bastante certeza) pequeños montículos o túmulos con la FLECHA 1, al lado de la cresta, mientras que la FLECHA 2 marca una especie de hondanada (que recuerdo un poco los “saucer” del suelo de Ptolemaeus), al lado de otro túmulo. Si vemos la IMAGE 2, que es el relieve de esa parte del arco, la línea del relieve, a grandes trazos, marca la forma típica de un arco: la pendiente suave es la oeste (izquierda) y la pendiente abrupta es la este (derecha), en cuyo margen se encuentra la cresta. Las hondanadas aparecen marcadas, pero no señalan grandes diferencias de altitud, IMAGE 2 marcaría un panorama mucho más simplificado que la realidad de la IMAGE 1. Lo que no sabemos es la naturaleza del relieve marcado con la FLECHA 3 (¿es una cresta secundaria?).

2.-ELEVACIONES ABRUPTAS (HONDANADAS)





IMAGE 3 muestra otro dorsum de relieve muy complejo, con un arco mucho más estrecho y tortuoso, al sureste de Eratosthenes. ¿Pueden ver lo que parece un cráter en el centro del arco? IMAGE 4 es el detalle de la imagen anterior, vemos que hay sombras en el interior, claramente es una zona de relieve deprimido. ¿Es un cráter? No lo creo, sobre todo pensando en que las probabilidades de que se produzca un impacto en el centro del arco son prácticamente nulas, especialmente porque los dorsa se formaron en un periodo geológicamente reciente, cuando ya escasean los impactos significativos, y además el contorno no parece ser el contorno de un cráter. Cuando un dorsum y un cráter “se encuentran” el dorsum ha modificado un cráter más antiguo. La FLECHA 1 marca el relieve más extraño, como si fuera una cresta más gruesa de lo ordinario, paralela a lo que sería la cresta, marcada con la FLECHA 2, que corre por el margen oeste. Ahora bien, IMAGE 5 es el perfil de relieve de la zona y vemos algunas características interesantes. Primero, que la cresta (margen oriental, derecho) es más baja que la elevación más gruesa del margen opuesto y, segundo, que sí se trata de una zona deprimida dentro del arco, que empieza con la elevación del margen izquierdo (que lo separa del relieve del mare), luego viene una hondanada y luego otra elevación que finaliza en el lado opuesto del mare. Recordemos que en los dorsa hay una diferencia de altura entre las zonas de mare aledañas a cada margen. Estas hondanadas centrales no son usuales, pero aparecen a veces en el centro de los arcos, claro que no suelen generar la pareidolia de un cráter.

3.-ELEVACIONES EN ESCALERA





IMAGE 6 muestra el segmento sur de Dorsum Heim, al sur de C. Herschel, en la que vemos un arco también muy complejo y con un detalle un poco más común: una especie de elevación secundaria poco alta (que por esto mismo no es una cresta secundaria) que corre paralela a la cresta por el centro del arco. Se puede ver más claramente en la IMAGE 7, que es un detalle de la anterior. Los arcos en principio tendrían un relieve relativamente liso en su pendiente suave, pero a veces se ven pliegues como el escalón de una escalera, cuyo perfil topográfico podemos ver en la IMAGE 8.

A veces pienso en si no serán necesarios nuevos términos topográficos para nombrar los detalles del relieve lunar que aparecen en imágenes tan detalladas como las que tomamos prestadas de nuestro admirado Kwok y que no son accesibles para la observación visual. Quizás la nomenclatura lunar actual tiene un desfasaje y debería adecuarse a lo que pueden captar las sondas en órbita lunar y las cámaras modernas desde Tierra. Los términos importan, ya que facilitan la comunicación de lo que se observa (imaginen tener que describir el sistema de rayos brillantes de Kepler, por ejemplo, sin poseer el término “rayo brillante”). Y no conocer lo que se observa condiciona la observación (yo nunca me percaté de Reiner Gamma hasta que me enteré de su existencia), la falta de un término (que no es más que la denominación de un concepto) hace que sea fácil pasar por alto los detalles de una formación geológica, la observación se construye tanto con los datos sensoriales como con los conceptos teóricos adquiridos previamente.  Un ejemplo de posible nuevo término sería “gradiente” para denominar a esas elevaciones no muy pronunciadas similares a un escalón dentro del arco, que marcamos anteriormente. También es cierto que un análisis muy detallado termina siendo abrumador, como esos viejos mapas de finales del siglo XIX. Lo cierto es que cada vez tenemos más detalles de la superficie lunar a nuestra disposición.

IMAGES 1, 3, 4, 6, 7: Photographic Lunar Atlas for Moon Observers by Kwok Pau.

1: Volume 2, page 58. 3/4: Volume 1, page 462. 6/7: Volume 2, page 248.

IMAGES 2, 5, 8: LROC Quickmap.

lunes, 23 de junio de 2025

LAS CRESTAS DE DORSA GEIKIE Y DORSA MAWSON



 

Les aseguro que los 2 dorsa que vemos en IMAGE 1, en Mare Fecunditatis, eran un gran espectáculo cuando los observé en colongitud 123.8º. Pero cuando hice el dibujo basado en el croquis de mi cuaderno de observación me pareció, justificadamente, que el dibujo no era preciso, lo que me llevó postergar a compartir aquí la observación. A esta postergación sumó también que al otro día de la observación identifiqué que los dorsa que había observado eran bastante conocidos, Dorsa Geikie y Dorsa Mawson. Pero, uno le toma cariño a los croquis, así que pensé en sacar provecho de IMAGE 1 tratando de identificar las zonas brillantes que allí se observan, usando (una vez más) el Photographic Lunar Atlas for Moon Observers de Kwok C. Pau. Las zonas brillantes que se observan visualmente en los márgenes (o en el interior) de los dorsa en principio son el componente superior de la topografía de estos accidentes selenográficos (estrechos y altos). IMAGE 2 está formada por la IMAGE 1 y una imagen extraída de la página 78 del Volumen 1 del Atlas citado. Las flechas 1 a 3 marcan las crestas del margen este de Dorsa Geikie, muy prominentes (y muy complejas, si vemos la foto de Kwok). Las otras zonas brillantes son de más difícil identificación. La flecha 4 indica una zona brillante (que parecía una cresta) en lo que parecía un dorsum intermedio entre Geikie y Mawson, pero que en la imagen más detallada de Kwok es de más difícil identificación. La flecha 5 marca una zona brillante en la bifurcación que aparece en la zona norte de Dorsa Mawson. Con el signo de interrogación marcamos lo que en IMAGE 1 parece ser la cresta corriendo por el margen este, mientras que en la imagen de Kwok la cresta corre por el margen oeste “en echelon”, o sea con el patrón de los escalones de una escalera caracol (en formación escalonada). También puede tratarse de una cresta secundaria que corre por el margen opuesto a la cresta principal, lo que sucede en no pocos dorsa.

Name and location of observer: Alberto Anunziato (Paraná, Argentina).

Name of feature: DORSA GEIKIE AND MAWSON

Date and time (UT) of observation: 2025-01-17 05.05-05.30.

Size and type of telescope used: 105  mm. Maksutov-Cassegrain (Meade EX 105) .

Magnification: 154X

viernes, 6 de junio de 2025

PIAZZI SMYTH V, UN CURIOSO CRÁTER OBLICUO


 Traducción del texto aparecido en la edición de junio 2025 de “The Lunar Observer”

IMAGE 1 es una imagen vieja que me es muy querida, ya que abarca un panorama sumamente variado de accidentes selenográficos y fue obtenida con un gran instrumento. Ya la hemos utilizado en muchas ocasiones, pero recién ahora me percaté de lo que se ve en el detalle en su parte superior. Sabemos que buena parte de los cráteres lunares derivan de impactos oblicuos, en un ángulo muy bajo. No hay mucho desarrollo teórico sobre similitudes y diferencias entre los cráteres oblicuos y la única lista de cráteres oblicuos que conozco es la que se encuentra en https://the-moon.us/wiki/Oblique_Impact_Craters. Mi primera impresión al descubrir el extraño accidente selenográfico es que podía ser una grieta de forma singular, lo que alentó mi sentido de descubrimiento (¿sería algún tipo de accidente volcánico?), pero cuando descubrí la iMAGE 2, que es un detalle de la imagen que aparece en la página 10 del Tomo 2 de Photographic Lunar Atlas for Moon Observers de Kwok Pau, donde parece un cráter muy elongado, así que recurrí a la lista que citamos más adelante. En dicha web se lo denomina, con bastante acierto, “Mini-Schiller”: “Aproximadamente a mitad de camino entre los cráteres Piazzi Smyth y Kirch (en Mare Imbrium) se encuentra el cráter satélite Piazzi Smyth V, que tiene una notable apariencia alargada similar a la de "Schiller" con una curiosa "espina" central en su suelo”. Por eso es que recurrí al Lunar Reconnaissance Orbiter Quickmap, con el que obtuve la IMAGE 3. Piazzi Smyth V tiene 7 kms de diámetro en su eje largo y 3.5 kms en su eje corto. Sin dudas, la espina central es sumamente singular, corre de noroeste a sureste y abarca si todo el suelo, aunque parece desviarse al sureste (aunque también podría ser un desmoronamiento de la pared sureste), y además si bien es bastante conspicua no es muy elevada, como vemos en perfil de relieve en la IMAGE 4 (izquierda).





Es interesante hacer una comparación con otros cráteres oblicuos que tienen una elevación, cresta o espina central. En primer lugar, con Schiller (obviamente), que tiene elevación central pero que no corre en toda la extensión del suelo del cráter, solamente parte de la mitad occidental, y está separada en dos segmentos (IMAGE 4, centro). La elevación central corre en la parte más rugosa del suelo, mientras que el centro y la parte oriental del suelo de Schiller han sido modificados por la lava. Piazzi Smyth V tiene una elevación central que abarca todo el suelo. Es probable que Piazzi Smyth V, siendo un cráter mucho más reciente, tenga la forma que tenía el mucho más antiguo Schiller en sus primeros tiempos. El otro cráter reconocido por tener una cresta central es Heraclitus (IMAGE 4, derecha). Generalmente se considera que Heraclitus fue muy modificado por los impactos posteriores (o incluso ni siquiera es un cráter, sino una pareidolia de cráter formada por impactos sucesivos). También esto se ha dicho de Schiller, aunque hoy se considera sin dudas que Schiller es producto de un impacto oblicuo. La espina central de Heraclitus puede no ser tal, sino un remanente de topografía precedente, mientras que la espina central de Schiller podría ser lo que ha quedado de la espina original. Y Piazzi Smyth V sería una muestra de lo que fue la espina central original de Schiller. El perfil de relieve de los tres cráteres es bastante similar, quizás el de Heraclitus es diferente, con una elevación central más marcada (quizás porque la espina central de Heraclitus no es tal sino una pared de un cráter más antiguo).

Ahora bien, ¿cuál sería la causa de esta elevación central alargada, de la que Piazzi Smyth sería el ejemplo más conspicuo? Notamos que es muy poco elevada, aunque visualmente parece más alta de lo que es. Los picos centrales de los cráteres redondos son producto del rebote de la corteza en el impacto. No sé mucho sobre la dinámica de los impactos, pero en principio podríamos pensar que los impactos muy oblicuos generarían estas elevaciones alargadas, pero también que los cráteres alargados derivan su forma del arrastre, por lo que más bien generarían una especie de cauce ancho. Me parece una pregunta interesante para hacerla a un experto, lo que los aficionados podemos hacer es buscar más cráteres parecidos a Piazzi Smyth V.

IMAGE 1:

Name and location of observer: Alberto Anunziato (Oro Verde, Argentina, SLA).

Name of feature: Vallis Alpis.

Date and time (UT) of observation: 09-10-2016-23:12.

Size and type of telescope used: 279mm SCT (Celestron 11" Edge HD)

Medium employed (for photos and electronic images): QHY5-II.

IMAGE 2: Photographic Lunar Atlas for Moon Observers by Kwok Pau

IMAGE 3/ 4: LROC Quickmap.